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Channel: Mar – en son de luz
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E la nave va

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La isla de Montecristo a la caída del sol


En son de luz

La nave que me trajo de Barcelona a Civitavecchia no se aventuró por el difícil estrecho de Bonifacio, entre Cerdeña y Córcega , a causa de la mar gruesa, frustrando así el deseo de ver los acantilados de ambas islas a babor y estribor bajo el sol del atardecer.  Pero, un poco más tarde, llegó la compensación: navegábamos entre la isla del Elba y la isla de Montecristo, entre cuyos farallones sitúa Alejandro Dumas el hallazgo del tesoro del difunto abate, su compañero de prisión, por parte de Edmundo Dantès.

El sol se pone tras la isla, una columna de nubes la corona, el mar se rinde al cielo, y el perfil de la montaña evoca un volcán incendiado por el astro de fuego. Con esta visión comienza a germinar el título de este blog que hoy despega. Aunque al final desembarcaré con cinco horas de retraso y ya de noche, vengo a Roma “en son de luz”. La mañana del miércoles 21 de octubre en Roma confirma con sus luces de otoño (vegetales, leñosas, aéreas, vaporosas, ásperas, resbaladizas, fluyentes, pétreas, murales, terrosas) firmes o fugitivas, en un proceso de cambio efímero y eterno, esa primera intuición.

Si vienes a Roma para dedicar el año a la pintura, al dibujo, la escultura y a la historia del arte en directo, como yo, has de venir en son de luz. A Roma, durante siglos, ejércitos o viajeros y peregrinos han llegado en son de guerra o en son de paz. Pienso que los pintores y poetas venían y vienen en son de luz. Entonces, con los ojos y los demás sentidos bien abiertos, Roma responde a diario, por cualquier rincón, desde cualquier perspectiva, de tantas como te abre, a pie, en autobús, en tranvía, en coche, por sus varios centros históricos o por sus extensas irradiaciones con las que se entrevera la campiña del Lazio, con todos los matices y vibraciones de su luz, en un continuo estremecimiento impalpable.

Goethe llegó a Roma el 1º de noviembre de 1786 (“Viaje a Italia”), yo muchos años y unos días más tarde siento como mías algunas de sus sensaciones. El día antes de iniciar la última etapa hacia la ciudad, el 28 de octubre, escribe: “No son aún las ocho, todos se han acostado, de modo que puedo recorrer por última vez mi pasado reciente y alegrarme con el pensamiento del inminente futuro. La jornada de hoy ha sido muy hermosa y serena, la mañana bien fría, el día claro y templado, la tarde un tanto ventosa pero bella”. El 7 de noviembre escribe: “no me canso de abrir los ojos y de mirar, de ir y venir, ya que sólo en Roma nos podemos preparar para comprender Roma”.




Luz viajera

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Marina Alta

Esta luz que me llega hoy, al alba, ha iluminado antes las costas de Anatolia, las casas blancas del Egeo o los puentes de Roma; antes de que el sol se presienta y luego se alce en el extremo de esta playa nuestra de la Marina Alta alicantina.


La rutina del sol no cesa de templar nuestras crisis y nuestros olvidos, nuestras despreocupaciones y nuestras indignaciones.

Vendrán otras gentes, alegres y confiadas, que no recordarán las angustias de los griegos de hoy o las plazas de la indignación de España, que vagamente sabrán de unas crisis que hubo allá por los inicios de la segunda década del siglo XXI (como ahora se mira la crisis de 1929), que exprimirán los jugos del Sistema, quizás reconvertido, que gastarán y se endeudarán bajo la mirada complaciente de sus autoridades.  ¿Estarán sin saberlo preparando otras catástrofes? ¿Habrán aprendido de nuestros errores?

En todo caso, el sol no juzgará, la luz se repartirá sobre todos por igual. Las costas se seguirán iluminando por estricto orden, del oriente al occidente, para luego apagarse por el orden inverso.

Fin de curso: un cuadro

No sé para entonces por dónde andará mi último cuadro, el que he compuesto en el laboratorio de pintura del profesor Giuseppe Modica en la Accademia de Roma.

Precisamente se inspira en una foto de otro amanecer en La Almadraba.

Estos son mi cuadro ( “Punta de la Almadraba al alba”, acrílico y óleo sobre tela, 150×100 cm) y la foto. A todos, mis deseos de que el sol de los días por venir se pose sobre un mundo más cabal.


Cementerio marino de Sète

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La mer, la mer, toujours recommencée ¡

                                                           Paul Valery

La mort, la mort, toujours recommencée ¡

                                                           Georges Brassens




Paul Valery

En mi ruta por el sur de Francia en dirección a España, por fin he parado en Sète. Otras veces llovía o no había tiempo, pero la semana pasada he podido visitar su cementerio marino guiado por los versos de Paul Valery (1871-1945).

Es cierto que hay muchos otros motivos para detenerse en Sète, que en esos días era la sede del “Primer congreso internacional sobre la felicidad”, o sea “Les premières assises du bonheur”. No está mal para estos tiempos de crisis y habría sido interesante escuchar a un ministro de Bhutan explicar cómo su país es uno de los más felices del mundo, pero lo que yo quería era verificar las estrofas del poema Le Cimitière Marin de Valery, comprobar si se correspondían con la realidad del sitio donde el poeta está enterrado, si lo que imaginaba al leerlas es lo que se contempla al estar ahí.


Este camposanto es especial, pues no se trata sólo de un hermoso y apacible cementerio donde yacen los restos de un poeta cuya obra se admira, como sucede con Keats o Shelley en Roma o Machado en Colliure, sino de un lugar que el poeta ha cantado en “Le cimitière marin” (1920), muchos años antes de haber sido enterrado, precisamente ahí, en el panteón de la familia, junto a sus familiares más cercanos


Los dos últimos versos  de la primera estrofa de este poema en veinticuatro decasílabos han sido grabados en la piedra de su sepultura:

O récompense après une pensée

Qu’un long regard sur le calme des dieux ¡

 

¡Oh recompensa después de un pensamiento

Contemplar largamente la calma de los dioses!

Con la desproporción entre el ser pensante y la deseada eternidad que nuestra vida desmiente comienza este largo poema, excepcional memento mori de uno de los mejores poetas modernos.


Ce toit tranquille, où marchent des colombes,

Entre les pins palpite, entre les tombes;

Midi le juste y compose des feux

La mer, la mer, toujours recommencée ¡

O récompense après une pensée

Qu’un long regard sur le calme des dieux ¡

 

Este techo tranquilo, que recorren las palomas,

Palpita entre los pinos, palpita entre las tumbas;

¡Un mediodía de justicia con sus fuegos compone

El mar, el mar siempre recomenzado!

¡Oh recompensa después de un pensamiento

Contemplar largamente la calma de los dioses!


Este Techo, “edificio en el alma, suma dorada de miles de tejas”, “ofrenda suprema a los dioses de un sereno fulgor”, sólo obtiene de ellos un “desdén soberano”, por lo que el poeta se resiente, nos dice que ha comenzado a “olfatear aquí mi humareda futura”.

A partir de ahí el poema deambula largamente por estrofas de éxtasis de un soberbio refinamiento y de una escritura diamantina, que conducen casi sin sentirlo del “puro acontecimiento” al “vacío futuro”.

Una pregunta me surge espontánea: ¿por qué las aguas, del mar o de los ríos, arrastran la mirada de los poetas hacia la caducidad del individuo, a la fragilidad de su conciencia? ¿por qué sin necesidad de escribir poesía nos sentimos vinculados a nuestro final futuro a la vera de un río o sentados frente al movimiento incesante del mar? ¿por qué sin embargo frente a las grandes aguas nos sentimos consolados de nuestra finitud y animados a vivir ?

Tant de sommeil sous une voile de flamme, / O mon silence!…

¡Tanto sueño bajo un velo de llamas, / Oh silencio mío!


Algunas estrofas hacen recordar inevitablemente el “qué se hizieron” de Jorge Manrique.

Où sont des morts les phrases familières,

L’art personnel, les âmes singulières?

La larve file où se formaient les pleurs

 

¿Dónde se fueron las frases habituales de los muertos,

El arte personal, las almas singulares?

La larva hila allí donde brotaba el llanto


Las imágenes de Valery siguen discurriendo como los ríos de Manrique. No obstante, de todo aquello que acaba bajo tierra, de entre todo lo que está destinado a perecer, lo que hiere más la imaginación del poeta son:

Les cris aigus des filles chatouillées,

Les yeux, les dents, les paupières mouillées,

Le sein charmant qui joue avec le feu,

Le sang qui brille aux lèvres qui se rendent,

Los chillidos de las muchachas al hacerles cosquillas

Los ojos, los dientes, los párpados mojados,

El seno atrayente que juega con el fuego,

La sangre que da brillo a unos labios que se rinden,

Y sin embargo, cuando parece que el poema terminará desplomándose por los abismos de la melancolía, el poeta se alza, como una ola que se libera de la visión del fin, y cierra su obra enfrentándose prometeico a la calma hipnótica de la muerte:

Le vent se lève!… Il faut tenter de vivre!

L’air immense ouvre et renferme mon livre,

La vague en poudre ose jaillir des rocs!

Envolez-vous, pages tout éblouies!

Rompez, vagues! Rompez d’eaux réjouies

Ce toit tranquille où picoraient des focs!

 

¡Se alza el viento!… ¡Hay que tentar la vida!

Un aire inmenso abre y cierra mi libro,

¡La ola osada surge de las rocas con su espuma!

¡Emprended el vuelo, páginas deslumbradas!

¡Romped, olas! ¡Romped con aguas gozosas

Este techo tranquilo salpicado de foques!



Georges Brassens

Pero, mi inesperado descubrimiento en Sète ha sido que Georges Brassens (1921-1981), mi cantautor francés favorito, nació también en este hermoso puerto de mar, y está enterrado aquí. A la entrada del cementerio marino una placa nos remite a otro cementerio, el de Py, donde tiene su sepultura este trovador inolvidable.

No me alcanzó el tiempo para acercarme a ese cementerio, al que se llega por la avenida de la Corniche, pero me permitiréis que ponga en relación al poeta sublime, Valery, con el poeta terrestre, Brassens, a través de algunos versos de dos canciones. Al fin y al cabo fue él quien con humor y admiración dejó en sus letras varios guiños dedicados a  su paisano .

En su “Súplica para ser enterrado en la playa de Sète”, se acuerda de Valery, cuyos versos son “mejores que los míos”, y que aunque esté enterrado en el cementerio marino, quien recibirá más visitas de los marinos será él, el trovador Brassens, si llegan a concederle el capricho de que su tumba sea un nicho en la playa de La Corniche.

http://www.nme.com/nme-video/youtube/id/cOBoMY84PXk

Desea que instalen un parasol junto a su lápida, para que “los buenos amigos que vengan a hacerme una reverencia no sufran de insolación”. Imagina que los vientos que soplan en el Golfo de Lyon, el Mistral y la Tramontana, le traerán en sus aires, desde Italia o España,  los sones de vilanelles, tarantelles, fandangos y sardanas.

La canción acaba con otro deseo del muy bribón: que la sombra de la cruz de su tumba acaricie a las guapas bañistas, las ondinas,  tumbadas sobre la arena (que “el buen Jesús me lo perdone”).

No se le enterró en la playa de La Corniche, pero el cementerio de Py está en el paseo de La Corniche, y su modesta tumba es la de un hombre del pueblo que a la gente ordinaria dedicó sus canciones, dulces y ácidas, sin dorar jamás la píldora.

Lo demuestra su canción “Mourir pour des idées”, contra nacionalismos y guerras, que contiene ese otro guiño a Valery con el que abríamos esta entrada:

Midi le juste y compose des feux

La mer, la mer, toujours recommencée ¡

                                               Valery

Les dieux ont toujours soif,

La mort, la mort, toujours recommencée ¡

                                               Brassens


http://www.nme.com/nme-video/youtube/id/lLJW0FrQlAM


¿Quién podrá navegar sin viento?

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Vem kan segla förutan vind?

Vem kan ro utan åror?

Vem kan skiljas från vännen sin

Utan att fälla tårar?

Jag kan segla förutan vind

Jag kan ro utan åror

Men ej skiljas från vännen min

Utan att fälla tårar

 

 

¿Quién podrá navegar sin viento?

¿Quién es capaz de remar sin remos?

¿Quién puede separarse de una persona querida

sin derramar lágrimas?

Puedo navegar sin viento en las velas

Soy capaz de remar sin remos

Pero no puedo dejar a quienes quiero

sin derramar lágrimas

Canción tradicional de la isla de Åland que se remonta al siglo XVIII (Åland está en territorio de Finlandia pero en la isla se habla un dialecto sueco). Es muy popular en Suecia y en Finlandia

Una buena versión -cantada por un noruego-  se puede escuchar en:

http://www.youtube.com/watch?v=M5C-zfxf0vw

¡A MI FAMILIA Y AMIGOS, Y A TODOS LOS SEGUIDORES DE ESTE MI BLOG DE DILETANTE,

EN ESTE FIN DE AÑO E INICIO DEL SIGUIENTE 

OS DESEO UNOS DÍAS FELICES,

ALLÁ DONDE OS ENCONTRÉIS

Y LO MÁS CERCA POSIBLE  (AUNQUE SEA VIRTUALMENTE)

DE  LAS PERSONAS Y PERSONILLAS A QUIENES QUERÉIS !

(Mal que le pese a la insidiosa crisis)


Lo que quiso manifestarse y no halló las palabras que servían

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Sobre los cantos rodados de la escollera, al extremo sur de la playa de la Almadraba, aflora una vieja pila de mármol, desgastada -quién sabe durante cuántos años-  por los embates del mar.

Incansable, el agua entra y sale de ella. Una y otra vez su blanca concavidad se llena y se vacía, siguiendo el vaivén de las olas.

Bordeo la restinga por la desembocadura del río y sigo por la orilla, la mirada hacia el extremo norte de la bahía, que a estas horas de la tarde se presenta bienaventurada.

El inmenso jardín de reflejos, cuerpo sin fin de agua, hoy no brama.

No sabría decir si vibra o tiembla.

Es difícil retirar la vista.

Invita a abandonarse, a no pensar en nada.

En todo caso,  lo que yo diga será pobre.

Así que, perezoso, me refugio en el recuerdo de mejores palabras:

LA MER

C’est tout ce que nous aurions voulu faire et n’avons pas fait,

Ce qui a voulu prendre la parole et n’a pas trouvé les mots qu’il fallait,

Tout ce qui nous a quittés sans rien nous dire de son secret,

Ce que nous pouvons toucher et même creuser par le fer sans jamais l’atteindre,

Ce qui est devenu vagues et encore vagues parce qu’il se cherche sans se trouver,

Ce qui est devenu écume pour ne pas mourir tout à  fait,

Ce qui est devenu sillage de quelques secondes par goût fondamental de l’éternel,

Ce qui avance dans les profondeurs et ne montera jamais à la surface,

Ce qui avance à la surface et redoute les profondeurs,

Tout cela et bien plus encore,

La mer.

LA MAR

Es todo aquello que habríamos querido hacer pero no hicimos,

Lo que quiso manifestarse y no halló las palabras que servían,

Todo lo que nos ha abandonado sin decirnos nada de su secreto,

Lo que podemos tocar e incluso hender a hierro sin jamás alcanzarlo,

Eso que se ha vuelto olas y más olas aún porque se busca sin encontrarse,

Eso que se ha vuelto espuma para no morir del todo,

Eso que se ha convertido en unos segundos de estela por gusto radical de lo eterno,

Eso que avanza en las profundidades y nunca ascenderá a la superficie,

Eso que avanza en la superficie y teme las profundidades,

Todo eso y mucho más aún,

La mar.

Jules Supervielle, Vivir y quehacer del poeta. Selección, traducción, prólogo y notas de Ramón Puig de la Bellacasa, Editorial Pre-Textos, Colección Poéticas, Valencia 2009. pp.228-229.

http://encuentrosconlasletras.blogspot.com/2009/11/jules-supervielle-vivir-y-quehacer-del.html


Por las playas de la Marina Alta, donde la pesca de caña y sedal convive con la especulación de plomada y cemento

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Dedicado a Rafael Chirbes, escritor y vecino de esta comarca de la Marina Alta, autor de la novela “Crematorio”, en cuyas páginas el parecido con la realidad no es pura coincidencia.

¿Será una lubina?

Los pescadores de caña, ellos y ellas, son parte del paisaje de la Almadraba, la playa familiar de Els Poblets y El Verger, y también de la de Deveses y de otras adyacentes.

He pasado innumerables veces cerca de muchos pacientes vecinos, apostados en la orilla con una o varias cañas de pescar, pero nunca he presenciado una captura. Parece como si lo importante no fuese, como en el atletismo de antaño, ganar sino participar; en este caso contemplar, disfrutar del momento, de la espera, del sonido del mar, del olor del salitre y de la caricia de la brisa.

O, simplemente, ver pasar las nubes.

Ahí están, de mañanita o al atardecer, en familia o en solitario, como parte de un rito comunitario o de una pasión individual y cuando se hace de noche los extremos de las cañas brillan como luciérnagas.

Pasan horas y horas junto a estas aguas donde amarraban sus naves los clientes del alfar romano del siglo II d.C. a menos de cien metros de la orilla. Por cierto, que, tras años de abandono, están restaurando el sitio arqueológico y poniéndolo a punto para que se pueda visitar este verano.

Ellos y ellas, los pescadores de La Almadraba son parte del paisaje, enfrascados en sus especulaciones: ¿habrán picado o será que el sedal se ha enredado en una roca de la escollera?

El Club de Pesca de El Verger celebra hoy desde la madrugada una competición entre sus miembros, desparramados por la orilla. Cada vez que uno captura algo toca la corneta. Acabo de escucharla hace pocos minutos.

Las gentes de los pueblos aledaños a estas playas seguirán viniendo a pescar lo que se pueda y a verse con sus vecinos frente al mar. A poca distancia, los espíritus de los muertos de una necrópolis romana, sepultados bajo los cimientos de una urbanización, pugnan por salir a tomar el fresco. Bajo las aguas de estas orillas duermen los pecios de aquellos tiempos remotos y se oxidan las anclas de las naves romanas que terminaron bruscamente su periplo frente a la desembocadura del que hoy se llama rio Girona.

Ya que, aquí, el Mediterráneo también puede ser muy irascible. La foto la tomé hace dos o tres años, en un invierno muy crudo. Al fondo, se puede apreciar la nieve sobre las cumbres de La Safor.

Otras especulaciones de estas orillas

Hay quien trata de pescar otras cosas, por ejemplo plusvalías.

Se compran viejas casas o chalets, se procede a su demolición y se consigue permiso para edificar a cuatro o cinco alturas, o con un volumen invasivo y obstructivo.

Ni siquiera la crisis del ladrillo ha parado el ímpetu demoledor, aunque en algunos terrenos, de los que se han borrado las antiguas casas, ahora reinan las ranas en los verdosos estanques que antes fueron piscinas.

Algún constructor ha logrado concluir a duras penas y ahora sufre para vender los apartamentos en primera línea de la playa de Deveses.

Claro que, como aquí lo que vale es ver el mar mientras bebes un gin-tonic, a los habitantes del patio trasero, que llevaban ya varias décadas en sus casas, se les regala la vista de las espaldas del flamante complejo, una especie de bunker.

Para los de la “segunda fila” una barrera de cemento se sustituye al mar, como una nueva frontera marítimo-terrestre.

Ni siquiera se ha intentado que la fortificación se abra con un rostro más amigable hacia la visión del Segaria y de las palmeras.

Los pescadores que nunca fallan

Pero dejemos el ladrillo y la plomada y volvamos a la pesca.

Mis vecinos puede que pesquen algo cuando yo no paso por ahí. Un amigo me ha asegurado que él les ha visto llenar de peces sus cubos.

En mi caso, de lo que sí soy testigo es de que hay quien no se va con el buche vacío. Me refiero a nuestros visitantes con plumas…

Los cormoranes no necesitan caña de pescar. Normalmente trabajan en escuadrilla peinando la ensenada de un lado a otro. Aquí los vemos en un momento de reposo sobre el extremo de la escollera norte de la playa de la Almadraba.

Tampoco la  garza que de vez en cuando se da un garbeo por nuestra playa frente a la desembocadura del río Girona.


Del norte al sur, de Gotemburgo a Els Poblets.

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Gotemburgo 4 enero del 2013.Foto R.Puig

Gotemburgo 4 enero del 2013.Foto R.Puig

Vivir a caballo entre la costa oeste de Suecia y la costa este de España tiene sus saltos atmosféricos.

Los primeros días de enero de este 2013 han sido benignos, meteorológicamente hablando, en estos mis dos extremos habituales.

Göteborg

El viernes cuatro de enero, al atardecer, mientras los vecinos de Gotemburgo paseaban por sus principales avenidas con la viveza que estimulan una temperatura clemente para la estación y la cercanía del fin de semana, por los caminos del parque que bordea el canal eran escasos los que se aventuraban, mientras las últimas luces del día se reflejaban sobre un agua en deshielo.

Gotemburgo 4 de enero 2013.Foto R.Puig.

A la mañana siguiente el avión me deposita en Alicante

La Almadraba 6 de enero 2013.Foto R.Puig

La Almadraba 6 de enero 2013.Foto R.Puig

 Costa de la Marina

Algunos niños, aprovechando la masa de cañas que el río ha acarreado a la Almadraba durante el último temporal, han construido la armazón de unos tipis indios sobre la playa.

La Almadraba 6 de enero 2013.Foto R.Puig

Hay un aire de poesía y una especie de evocación de otro tipo de hábitat, infantil y romántico, que juega con las olas, con el horizonte y con la luz.

Depósitos de posidonia en la playa de la Almadraba . Foto R.Puig

Depósitos de posidonia en la playa de la Almadraba . Foto R.Puig

Los restos de posidonia se amontonan en la orilla simulando efímeras cordilleras enanas

La Almadraba 6 de enero 2013. Foto R.Puig

La Almadraba 6 de enero 2013. Foto R.Puig

Cuando ya se ha hecho tarde y el sol se ha retirado, el agua compite con el cielo en un postrer esfuerzo por guardar sus últimos fuegos, y la montaña arbitra.

La Almadraba 6 de enero 2013.Foto R.Puig

Oscurece sobre el espigón. Foto R.Puig

Sobre el espigón, antes de que la noche caiga, los pescadores están recogiendo sus trebejos.

Peñon de Ifach al amanecer. Foto R.Puig.

Peñón de Ifach al amanecer. Foto R.Puig.

Llega otro día y, más al sur, según se mira desde Altea, el amanecer desvela el perfil del peñón de Ifach.

La Almadraba 6 de enero 2013.Barca de pesca.Foto R.Puig.

La Almadraba 6 de enero 2013.Barco de pesca al tresmallo.Foto R.Puig.

En Els Poblets, cuando el sol asciende por la Marina Alta, las barcas de cabotaje pescan al tresmallo a corta distancia de la playa de La Almadraba

Denia. Enero 2013.Barco de pesca al amarre. Foto R.Puig.

Denia. Enero 2013.Barco de pesca al amarre. Foto R.Puig.

Algunas tienen su amarre en el puerto de Denia, junto a la lonja y frente a las casas del barrio viejo, al abrigo del castillo.

Denia. Al pie del castllo y frente al mar. Enero 2013.Foto R.Puig

Denia. Al pie del castllo y frente al mar. Enero 2013.Foto R.Puig

Días después, el tiempo está cambiando, el aire es más cálido y las nubes de la tarde se incendian sobre el Segaria.

Crepúsculo sobre el Segaria desde la Almadraba. Enero 2013.Foto R.Puig

Crepúsculo sobre el Segaria desde la Almadraba. 15 de enero del 2013.Foto R.Puig

¿Qué nos traerá el mañana?


De un poeta de estas tierras

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Crepuscular.Foto R.Puig

El color que era incendio, la zarza en fuego de las piedras,

es ya un panal caído de miel lívida, bajo un cielo asombrado

y aún sin astros.

Llega con un olor muy leve, y muy pausada,

la violeta oscura de la muerte del día.

Todo ha llegado a nada.

Francisco Brines

(fragmento de “Existencia en Trafaut”,  El otoño de las rosas)

Es cierto, por unos instantes, a menudo, al final de los días, algo disuelve todo, se acerca la noche y, si uno está solo, es lo más cercano a eso de lo que habla el poeta de Elca: la nada nos da la mano, tira de nosotros hacia el sueño. ¡Mas no siempre! por un rincón del aire se insinúa la luna y reclama al poeta, le pide que retorne, las cosas se retejen, la noche no es tan noche, la nada no es tan nada.

Crepuscular.Foto R.Puig



De las cimas al mar: en las alturas del Coll de Rates

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Desde el Col de Rates. Foto R.Puig.

Desde el Coll de Rates. Foto R.Puig.

Porque todo va al mar:

y el hombre mira al cielo

que oscurece, la tierra

que su amor reconoce,

y siente el corazón

latir. Camina al mar,

porque todo va al mar.

Francisco Brines, fragmento de “Elca”en Palabras a la oscuridad

Mapa de la Marina Alta

Mapa de la Marina Alta (Google ha olvidado señalar Denia, cabecera de la comarca)

Si tomamos la carretera desde Parcent, tras una ascensión breve y muchas curvas llegamos a un mirador panorámico que domina el paisaje que se ofrece a nuestros pies.

Ubicación del Col de Rates

Ubicación del Col de Rates

Poco después estamos en Coll de Rates, punto de observación de las dos Marinas de la provincia de Alicante. Hacia el norte se extiende la Marina Alta, desde el municipio de El Verger hasta el de Calpe, y al sur las cadenas montañosas de la Marina Baja, desde las costas de Altea a las de Villajoyosa.

En el aparcamiento del bar podemos dejar el coche y, por una empinada pista forestal casi toda de cemento, llegar en 45 minutos a la atalaya de vigilancia forestal, a 950 metros de altitud. Hoy no nos queda tiempo, pero si siguiéramos la cresta llegaríamos a la cima del Cocoll a 1048 metros sobre el nivel del mar

Subiendo a la sierra del Cocoll. Torreta forestal.Foto R.Puig

Subiendo a la sierra del Cocoll. Torreta forestal.Foto R.Puig.

Uno de los vigilantes forestales, Quico, está de turno. Desde la balconada de la torre de observación recorre con sus prismáticos los confines de la comarca. Aunque durante el invierno el riesgo de incendios es menor, no se puede bajar la guardia.

Desde esta elevación se domina un panorama de casi 360 grados a la redonda. Quico nos explica lo que vemos. ¿Qué mejor guía para esta fastuosa topografía que el ángel guardián de nuestros bosques?

Parcent desde el Col de Rates.Foto R.Puig.

Parcent desde el Coll de Rates.Foto R.Puig.

Muchos pueblos de la Marina Alta se divisan desde aquí: Parcent justo a nuestros pies, Alcalalí, La Llosa de Camacho, Pedreguer, Orba, Murla, Jávea… Se avistan las alturas del Montgó, del Segaria y de la Safor  y, como el día es clarísimo, se percibe lejana la cumbre del Peñagolosa en la provincia de Castellón, la más alta de la Comunidad Valenciana. A lo lejos en la línea del horizonte se vislumbra Ibiza y, como una pequeña sombra, Formentera.

“¿Ves aquella torre diminuta, blanca?” -me pregunta Quico- “es la torre de la iglesia de Moraira que asoma tras esos cerros que ocultan el pueblo a nuestras miradas”.

El Montgó desde las alturas del Col de Rates.Foto R.Puig.

El Montgó desde las alturas del Coll de Rates. Foto R.Puig.

Frente a nosotros, doradas por el atardecer, las paredes y crestas de la Sierra del Ferrer, que arranca del mismo Coll de Rates y parece servir de contrafuerte a las ariscas espaldas de la sierra de Bernia que ocultan Altea. A la izquierda de sus puntas asoma breve la cumbre de la Sierra de Oltá que cela el Peñón de Ifach.

La sierra del Ferrer tras las cimas de Bernia. Foto R.Puig

La sierra del Ferrer y, detrás, las cimas de Bernia. Foto R.Puig

Más a la derecha, la Serra Gelada compite con un conjunto de rascacielos. Lo que en inglés apodan la “skyline”, el perfil de de una ciudad que se recorta sobre el cielo y que aquí es la  “sealine” de Benidorm, esa gigante excrecencia futurista, una metrópolis  sobre un mar de plata.

Benidorm desde las alturas del Col de Rates.Foto R.Puig.

Benidorm desde las alturas del Coll de Rates.Foto R.Puig.

Hay algo de irreal en ese obra, al fin y al cabo humana, desde aquí silenciosa.Pienso en el verso de Brines, “porque todo va al mar”.

¿Cómo se verán dentro  de mil años estos entornos que el hombre ha creado ? ¿Se sumergirán los arqueólogos en su búsqueda como hacen ahora con lo que resta de la vieja Alejandría?

Correspondencias y evocación

En una acuarela reciente, Isabel Gallardo, pintora de Altea, parece presentir, en su color y su poesía, que esos entornos que el hombre hoy levanta serán acogidos, para siempre, bajo las aguas de nuestro Mediterráneo. Quizás la luz que se filtra sobre esta visión será la que un día le llegue piadosa a lo que quede de los mundos que creamos.

Las acuarelas que realiza actualmente Isabel Gallardo están inspiradas, como ella misma explica

en la fascinación que las ciudades y sus edificios ejercen sobre mí.

Esos paisajes que tanto nos ha costado considerar bellos: edificios, rascacielos, luces de neón y todo ese mundo que nos abruma y en el que transcurre la vida de la mayoría de los seres humanos.

Es mi deseo sugerir  de una forma sutil este entorno. Ventanas, puertas, escaleras, puentes, bloques de edificios, incluso corrientes eléctricas. Lo que hay detrás y delante del escenario en el que se desarrolla nuestra vida. Confundir de forma consciente  fondo y forma. Obligar al espectador a considerarlo un todo único y provocar así un deseo de respeto y ternura compasiva por lo que somos y en lo que nos hemos convertido.

Acuarela de Isabel Gallardo.2013

Acuarela de Isabel Gallardo.2013, 50 x 70 cm.

Descenso

Pero debo dejarme de ensoñaciones porque yo también debo ir al mar, dentro de una hora no habrá luz. Desciendo apoyándome en mis bastones nórdicos para preservar mis meniscos.  Por mi derecha asoman  las cumbres de la sierra de Aitana.

Aitana desde las alturas del Col de Rates.Foto R.Puig.

Aitana desde las alturas del Coll de Rates.Foto R.Puig.

Como el resumen y fin de todo, hacia el norte como hacia el sur nuestras miradas acaban en el mar, ese imán insaciable al que se dirige el racimo de montañas, de valles y de vegas que componen  las dos Marinas.

Bajando de las alturas del Col de Rates.Foto R.Puig.

Bajando de las alturas del Coll de Rates.Foto R.Puig.

Porque todo va al mar:

y larga sombra cae

de los montes de plata,

pisa los breves huertos,

ciega los pozos, llega

con su frio hasta el mar

Francisco Brines, fragmento de “Elca” en Palabras a la oscuridad

El atardecer llega a Parcent.Foto R.Puig

El atardecer llega a Parcent.Foto R.Puig


El mar junto a mí (Albert Camus)

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Creciendo con el mar.Foto R.Puig

“Creciendo con el mar”.Foto R.Puig

“El mar me precede y me sigue” 

Este año se cumplirán cien del nacimiento de Albert Camus en la Argelia francesa. Hace poco releía yo algunos ensayos suyos de los años cincuenta que rezuman amor a su tierra de origen, escritos en una prosa al borde de la poesía, en los que nos transmite sus vivencias del paisaje mediterráneo y de sus mitos. Entre ellos está el famoso Retour à Tipasa y el emocionante La mer au plus près. Journal de bord.

Del breve exordio de este último están sacados los fragmentos que aquí traduzco.

El mar de Tipasa evocado por Albert Camus.Fuente. httptipaza.typepad

El mar de Tipasa evocado por Albert Camus. Fuente. httptipaza.typepad

Creciendo con el mar mi pobreza ha sido fastuosa, luego he perdido el mar y todos los lujos me han parecido grises, la miseria intolerable. Desde entonces, espero. Aguardo que vuelvan las naves, la casa de aguas, el día límpido. Me lo tomo con calma, pongo mi mayor empeño en ser educado. Se me ve pasar por las hermosas calles de los sabios, admiro los paisajes, aplaudo como hacen todos, doy la mano, no soy yo el que habla. Se me alaba, sueño un poco. Se me ofende, apenas me sorprendo, después olvido y sonrío a quien me ultraja; o saludo con exceso de cortesía a quien me gusta. ¿Qué voy a hacer si tan sólo tengo memoria para una imagen? Finalmente me conminan a que diga quién soy. “Todavía nada, todavía nada…”

Es en los entierros donde me supero. Soy en verdad excelente. Marcho a paso lento por suburbios ornados de chatarra, me adentro por amplias alamedas, plantadas de árboles de cemento que terminan en agujeros de tierra fría. Allí, bajo la venda apenas enrojecida del cielo, observo como unos gallardos camaradas inhuman a mis amigos a tres metros de profundidad. La flor que una mano arcillosa me tiende en ese momento, si la lanzo, no falla jamás la fosa. Mi piedad es la precisa, la emoción exacta, inclinando la nuca como es debido. Admiran el acierto de mis palabras. Pero no tengo mérito: yo espero.

La respiracion de las aguas.Foto R.Puig

“La respiracion de las aguas”.Foto R.Puig

Espero largo tiempo. A veces, tropiezo, pierdo apoyo, el éxito me escapa. Qué importa, entonces estoy solo. Así que me despierto de noche, y, medio dormido, me parece escuchar un ruido de olas, la respiración de las aguas. Desvelado del todo, reconozco el viento en los ramajes y el rumor desgraciado de la ciudad desierta. Después, debo poner todo mi esfuerzo en esconder mi desamparo o disfrazarlo a la moda.

Pozos de piedra y cemento.Foto R.Puig

“Pozos de piedra y cemento”.Foto R.Puig

Otras veces, al contrario, algo me ayuda. En Nueva York, hubo días en que, perdido, al fondo de esos pozos de piedra y acero por los que erran millones de hombres, yo corría de uno a otro, sin ver el fin, agotado, hasta que ya sólo me sostenía la masa humana que buscaba su salida. Entonces me ahogaba, mi pánico estaba por volverse grito. Pero, cada vez me llegaba la llamada lejana de un remolcador, para recordarme que esta ciudad, cisterna seca, era una isla, y que en la punta de la Battery el agua de mi bautismo me esperaba, negra y podrida, cubierta de corchos huecos.

El agua de mi bautismo me esperaba. Foto R.Puig.

“El agua de mi bautismo me esperaba”. Foto R.Puig.

De este modo, yo, que nada poseo, que he dado mi fortuna, que acampo al margen de todas mis casas, sin embargo estoy satisfecho cuando lo quiero, aparejo a cualquier hora, el desaliento me ignora. No hay patria para el desesperado y , en cuanto a mí, yo sé que el mar me precede y me sigue, tengo una locura siempre pronta. Quienes se aman y están separados pueden vivir en el dolor, pero no es el desánimo: saben que el amor existe. Por eso sufro el exilio con los ojos secos. Todavía espero. Un día viene, al fin…

La impresion de vivir en alta mar. Foto R.Puig

“Esta ciudad, cisterna seca, era una isla”. Foto R.Puig

Siempre he tenido la impresión de vivir en alta mar, amenazado, en el corazón de una felicidad real.

Albert Camus. “L’Été”, Paris, Gallimard, Les Essaiss LXVIII, 1954.  (traducción propia)

Estela de Camus en Tipasa. Blog Tipaza.typepad.fr

Estela de Camus en Tipasa. Blog Tipaza.typepad.fr

Fotos de Tipasa:

http://tipaza.typepad.fr/mon_weblog/

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Veranos

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Cigueñas de Guadarrama. Foto R.Puig

Cigüeñas de Guadarrama. Foto R.Puig

Para Manolo

El verano, como las cigüeñas de nuestras torres,  vuelve siempre como un eterno compañero, como el hijo de la primavera y el padre del otoño, pero nuestros veranos fueron y son siempre distintos. De las largas vacaciones escolares de nuestra infancia a este verano de ahora ¡cuántas reminiscencias, cuántos lugares evocados, cuántas imágenes desvaídas o nítidas!

Las últimas dos semanas han ido trayendo el verano casi a rastras, entre fríos y calores, a esta sufrida península.  Nosotros lo hemos sentido llegar entre mis tierras madrileñas y mi pueblo de adopción, por el borde de la meseta sur y las laderas de la sierra de Guadarrama y el mar de Alicante.

La subida a las montañas de Madrid tiene en Torrelodones un microclima intermedio y particularmente sano, donde no sólo vivimos hace años sino que es un destino donde nos reciben nuestros nietos.

Torrelodones. Foto R.Puig.

Torrelodones. Foto R.Puig.

La sierra entera lleva el nombre de su río principal y de una villa hecha de granito y siglos. Me refiero a Guadarrama, adonde no habíamos vuelto desde hacía más de veinte años y por donde Manolo, mi amigo desde hace cuarenta, nos ha guiado con sus conocimientos de habitante de varias décadas de este pueblo, presidido por un panorama que abarca desde el extremo suroeste del sistema hasta los picos de la Pedriza, con Siete Picos como principal protagonista.

Guadarrama. Fuente de San Miguel.1735.Foto R.Puig.

Guadarrama. Fuente de San Miguel.1735.Foto R.Puig.

Paseamos por su vieja plaza, camino de un bar en el que Manolo nos invita a unas gambas a la plancha que, aunque traídas desde Huelva, atraen desde hace años a los veraneantes de todos los pueblos de esta sierra.

Pero hay un castellano viejo que, sentado en su banco, no parece tener prisa, mudo testigo de la vida del pueblo.

Un reposo.Guadarrama.Foto R.Puig.

Un reposo.Guadarrama.Foto R.Puig.

En la misma plaza resiste desde hace algunos siglos uno de los pocos olmos vetustos que aún quedan por estas latitudes, pues las plagas de grafiosis  han ido devorando (se trata de unos insaciables escarabajos) estos árboles que, dice la tradición, empezaron a plantarse por estos pueblos en la época de los Reyes Católicos.

El olmo centenario de Guadarrama. Foto R.Puig.

El olmo centenario de Guadarrama. Foto R.Puig.

Aunque las cigüeñas seguirán desplegando sus alas año tras año sobre las torres de piedra de las iglesias.

Cigüeñas de Guadarrarma.Foto R.Puig.

Cigüeñas de Guadarrarma.Foto R.Puig.

………………………………………….

Nosotros nos vamos por carretera hacia la Marina Alta donde sus atardeceres nos reciben como siempre.

Cae la tarde por el lado oeste de la Almadraba. Foto R.Puig.

Cae la tarde por el lado oeste de la Almadraba. Foto R.Puig.

El mar no se fatiga y nosotros tampoco nos cansamos de mirarlo.

El sol se ha puesto por el  oeste de la Almadraba. Foto R.Puig.

El sol se ha puesto por el oeste de la Almadraba. Foto R.Puig.

Aquí no son las cigüeñas sino las golondrinas las que han vuelto a anidar (y a poner perdida la pared del vecino); las crías piando y aguardando a la madre.

Esperando a mamá. Foto R.Puig.

Esperando a mamá. Foto R.Puig.

La madre volando y retornando sin cesar al nido con la pitanza para sus polluelos insaciables.

Mamá golondrina trae el buche lleno.Foto R.Puig.

Mamá golondrina trae el buche lleno.Foto R.Puig.

……………………………

Cuando el verano parece que se ha instalado puntualmente, un frente frío se estrella contra el bochorno ambiente y nos regala una hermosa tormenta sobre el mar.

Tarde de tormenta sobre el mar. Foto R.Puig.

Tarde de tormenta sobre el mar. Foto R.Puig.

Al día siguiente, los obreros del ayuntamiento han venido a preparar los focos para la noche de San Juan.

Las mesas se van alineando en la playa y toda clase de muebles viejos se amontonan para la tradicional pira que va a iluminar la noche en la playa de La Almadraba.

Preparando los focos para la noche de San Juan. Playa de la Almadrava. Foto R.Puig.

Preparando los focos para la noche de San Juan. Playa de la Almadrava. Foto R.Puig.

Los trastos desechados arderán, pero el esqueleto de una obra inconclusa sigue no muy lejos, con sus ventanas sin ojos, como testigo mudo de los excesos de la burbuja inmobiliaria que ha parado en seco muchos sueños ilusos.

Els Poblets.Ne quid nimis. Foto R.Puig

Els Poblets.Ne quid nimis. Foto R.Puig

No sé si esta crisis será como un fuego purificador. Por el momento parece que abrasa a los más inermes y aumenta los ocultos patrimonios de los que siempre flotan.  La noche de San Juan, que conmemora en la liturgia católica el nacimiento del Bautista,  ha venido y ha pasado. En realidad, la cosa viene de más lejos, de las fiestas paganas por la llegada del verano, cuando los días son los más largos de año.

Sea como sea, entre la música de la orquesta popular, el baile, los bocatas, el vino como líquido litúrgico de otro tipo de bautismo y el humo de las fogueres, los vecinos han olvidado penas y compartido mesa con amigos y familiares.

Aserrín,

Aserrán,

las hogueras de San Juan,

¡el de adelante corre mucho,

el de atrás se quedará!!!

Fogueres de San Joan. Els Poblets. Foto R.Puig.

Fogueres de San Joan. Els Poblets. Foto R.Puig.

Ahora sí, el verano ha sido bautizado.


De lo mágico y lo pragmático. Paseo por Sueca y Gandía.

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Siete menos cuarto de la mañana. Foto R.Puig.

Siete menos cuarto de la mañana. Foto R.Puig.

Cuando estoy a la orilla de este mar, el alba me despierta con sus primeras luces y, si logró sacudirme la pereza, puedo asistir a la llegada del disco rojo. Desde que hay seres humanos sobre la tierra el sol ha estado en el origen de todas las magias y creencias en poderes sobrenaturales.

Cuando se asoma sobre el mar ese señor de fuego me siento un poco egipcio, un poco azteca… vamos, que entiendo perfectamente que del largo peregrinaje de la humanidad por el mar y sobre la tierra, la mayor parte se haya desarrollado bajo el imperio de la magia, bajo el dominio de las creencias en lo inexplicable, en lo irrazonable

Cúpulas.Sueca. Foto R.Puig.

Cúpulas.Sueca. Foto R.Puig.

Cosas y magias de por aquí

El otro día volví a Sueca. Digo volví, porque no lo hacía desde que tuve nueve años y casi muero de fiebres tifoideas muy cerca, en El Perelló, entonces un pueblín, durante una de aquellas interminable vacaciones escolares del larguísimo franquismo, cuando el brazo de tierra y arena entre la Albufera de Valencia y el mar no estaba lleno de torres.

Sol triste. Sueca. N.Sra. de Sales.Foto R.Puig

Sol triste. Sueca. N.Sra. de Sales.Foto R.Puig

En Sueca hay también un sol mágico, está en la fachada de Nuestra Señora de Sales. Entre los azulejos que ilustran las leyendas de la Pasión hay uno del astro rey, no triunfante como el de los egipcios, no solicitando sacrificios humanos como el de los aztecas, sino entristeciéndose por el más famoso de los sacrificados.

El ripio del poeta anónimo lo expresa así:

El sol eclipsado ofrece

un testimonio profundo

de que el cielo se estremece

al dejar Cristo este mundo.

Un escritor de otro tiempo y lugar explicaba de otro modo el sacrificio del Gólgota,  por boca de uno de sus personajes, un viejo maestro de piano (de su novela “Los falsificadores de moneda”)

‘No, no, exclamó confusamente; el diablo y el Buen Dios son el mismo; se entienden. Pretendemos creer que todo lo malo sobre la tierra procede del diablo; pues de otro modo no hallaríamos en nosotros la fuerza de  perdonar a Dios. Se divierte con nosotros como el gato que atormenta al ratón… Y para colmo pide que le estemos agradecidos. ¿Agradecidos de qué? de qué?…’

Luego, aproximándose hacia mí:

‘¿Y sabe qué es lo más horrible de todo lo que ha hecho?… ¡Es haber sacrificado a su propio hijo para salvarnos!… La crueldad, he ahí el primero de los atributos de Dios’

(André GideLes faux-monnayeurs, 1925, Folio Gallimard, pp. 377-378)

Sea como sea, en Sueca, los franciscanos que fundaron el convento y la rutilante iglesia barroca de Nuestra Señora de Sales, siguen pidiendo una limosna para esas almas que el sacrificio de Cristo se supone redimió de una mancha heredada, tenaz y universal.

Una limosna por las almas del purgatorio. Sueca. Foto R.Puig.

Una limosna por las almas del purgatorio. Sueca. Foto R.Puig.

Al parecer necesitan todavía de la magia de unos euros para salir del purgatorio.

A Dios rogando y con el mazo dando

Pero sobre la veleta de este templo campea el pragmatismo valenciano: un campesino ara sus tierras, un suecano se levanta con el sol todas las mañanas, no para adorarle sino para mirar realista hacia la tierra.

El labrador en su veleta. Sueca. N.Sra. de Sales.Foto R.Puig

El labrador en su veleta. Sueca. N.Sra. de Sales.Foto R.Puig

No en vano, el nombre de origen árabe de esta antigua villa significa mercadillo.

Los campos de arroz son la viva demostración de la creencia en lo concreto del agricultor, de la tenacidad de las gentes de esta tierra. No obstante ¿es que el arroz no tiene algo de mágico?

La muntanyeta.Sueca. Foto R.Puig.

La muntanyeta. Sueca. Foto R.Puig.

Esa sensación nos da la visita a la muntanyeta, la Montaña de los Santos, único saliente rocoso del término municipal.

A lo lejos Valencia.

Arrozales y Valencia al fondo desde la muntanyeta..Sueca. Foto R.Puig

Arrozales y Valencia al fondo desde la muntanyeta..Sueca. Foto R.Puig

Desde su mirador se puede admirar la extensión de los arrozales. Esa soledad sin nadie tiene algo extraño, pareciera que el arroz creciese sin una mano humana que lo vele.

La vista tiene algo de espejismo.

Arrozales sin fin. Sueca. Foto R.Puig.

Arrozales sin fin. Sueca. Foto R.Puig.

Pero el arroz es la viva demostración no de una magia sobrenatural sino del arte de vivir.

Arroz de Sueca. Foto R.Puig.

Arroz de Sueca. Foto R.Puig.

Aquí se celebra todos los años el Concurso internacional de paellas. Si te pones a hablar de arroz en la barra del bar, a poco que muestres interés, acabarán explicándote una receta que no conocías, una de las infinitas formas de cocinar con arroz. Y no me preguntéis por qué en el escudo de Sueca el nombre de la villa lleva una hache intercalada.

Cúpulas. Sueca. Foto R.Puig.

La cerámica azul de las cúpulas. Sueca. Foto R.Puig.

También parece que la magia corona las iglesias, la de sus artesanos, esos que han fabricado las cúpulas de refulgente cerámica azul de la iglesia de San Pere.

Pere es ese San Pedro que se puso tan triste cuando el gallo cantó, como ilustra de nuevo la fachada de Nuestra Señora de Sales.

El gallo de la Pasion. Sueca. Foto R.Puig.

El gallo de la Pasión. Sueca. Foto R.Puig.

Y más tarde, como el poeta artesano nos cuenta, la luna también se nubló de tristeza..

Luna triste. Sueca. N.Sra. de Sales.Foto R.Puig

Luna triste. Sueca. Nuestra Señora de Sales.Foto R.Puig

A Dios rogando y los Duques mandando

De vuelta a Els poblets me detengo en Gandía donde pervive otra historia de esta tierra, la de los descendientes de un papa de vida disoluta, Alejandro VI Borgia,  natural de Játiva, que de Roma acabaron volviendo a las orillas del Serpis.

Patio interior del Palacio Ducal. Gandía. Foto R.Puig.

Patio interior del Palacio Ducal. Gandía. Foto R.Puig.

Pues a la vera del río está el Palacio Ducal. Allí alternaban los cortesanos con los intelectuales y los funcionarios, algunos de familias de conversos, al servicio de los Borja de Gandía.

No sé lo que significa esta escultura extraña junto a la entrada, pero tiene algo de inquietante.

Alter ego. Palacio Ducal. Gandía. Foto R.Puig.

Alter ego. Palacio Ducal. Gandía. Foto R.Puig.

¿Es un hombre con dos cabezas? ¿Es un símbolo del alter ego o una escenificación de la persona y su conciencia? ¿El de atrás previene al otro de una desgracia inminente? ¿O se trata del proverbio “si un ciego guía a otro ciego ambos caen en el hoyo”?

La verdad es que, aunque ahora sus patios son tranquilos y sus portales y galerías acogen a los turistas, por estos mundos se vivieron muchas violencias y se derramó mucha sangre.

Algo de sangre le hicieron también los cilicios a San Francisco de Borja, duque que se volvió asceta y llegó a General de la Compañía de Jesús. El palacio exhibe su camastro como una reliquia, aunque la historia nos hable de los pleitos del santo con la numerosa prole de su padre y de la segunda esposa de éste, para retener la propiedad de los lugares. Quién sabe si esta querella crematística fue o no compatible con su voto de pobreza, pero puede que al quedar en manos de la Orden, este palacio se haya salvado.

Acceso a la terraza. Palacio Ducal. Gandía. Foto R.Puig.

Acceso a la terraza. Palacio Ducal. Gandía. Foto R.Puig.

Sobreviven escasamente cuatro padres jesuitas, ya entrados en años, que habitan un ala del edificio, lo que asegura que el colegio de la otra ala del palacio siga las reglas de la enseñanza jesuítica. ¿Por cuánto tiempo aún?

Calma y voluptad. Playa Almadrava. Foto R.Puig.

Calma y voluptuosidad. Playa Almadrava. Foto R.Puig.

Volviendo al mar y a la poesía

De vuelta a mi playa con un pequeño cargamento de genuino arroz de Sueca.

No quiero terminar con cosas tristes, sino con las velas al viento y con un soneto de un poeta nacido en tierras alicantinas, que añora su mar y juega con las palabras desde la casa de la sierra de Guadarrama donde escribe:

No puedo concebir el mar sin mí

ni puedo concebirme sin el mar:

nací junto a la ausencia de mi mar

y su memoria azul habita en mí.

 

Con su claro prestigio vibra en mí

la sonora presencia de mi mar:

la voz apasionada de mi mar

me dice que sin él no hay yo ni hay mí.

 

Y tan hondo el amor alienta en mí

que cuando no estoy cerca de mi mar

siento mi corazón lejos de mí.

 

Eternamente unidos yo y mi mar:

porque mi mar es ya parte de mí,

y un día seré parte de mi mar.

 

Antonio Porpetta. “Canto final” en Seis poemas de “Adagio mediterráneo,

Cançoner del Magnànim 2008, Valencia 2009, p.177.


Miradas de paseante

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Luna despistada sobre Gotemburgo. Foto R.Puig

Luna despistada sobre Gotemburgo. Foto R.Puig

Hoy no me siento ni filósofo, ni poeta. Lo cual no quiere decir que no esté de ánimo peripatético. No son grandes cosas las que hoy traigo al blog. Se trata nada más que de  imágenes que han ido cayendo en mi cesta de fotos al hilo de mis paseos durante las últimas dos semanas.

Las dejó aquí prendidas por el orden en que las tomé en estos días ambidextros de noviembre.

Por el bosque de Råda Säteri

Viejos muros.Råda Säteri.Foto R.Puig.

Viejos muros. Råda Säteri. Foto R.Puig.

En Suecia hay por todas partes lo que llaman Herrgård. Ya desde el siglo XVII los propietarios de tierras enriquecidos construían estas “masiones del señor”, es decir las casas de los amos de explotaciones agropecuarias y de producción de leche y derivados.

Hoy muchas de ellas han dejado de tener esa función y para mantenerse se han reciclado como sitios de prestigio para eventos, bodas, seminarios y otras celebraciones. Muchas albergan ahora buenos restaurantes y mesones en los alrededores de las ciudades.

La Mansion señorial de Råda Säteri.Foto R.Puig.

La Mansión señorial de Råda Säteri. Foto R.Puig.

Son antiguas mansiones, amobladas al gusto de otras épocas, llenas de recuerdos y de detalles suntuarios de siglos pasados, sin perder el carácter que tuvieron de centro de una explotación agrícola y ganadera, con las instalaciones adyacentes, algunas de ellas dedicadas a la práctica de la equitación.

Caballerizas.Råda Säteri.Foto R.Puig.

Caballerizas. Råda Säteri. Foto R.Puig.

No obstante, subsisten algunas que cumplen todavía su función original de núcleo residencial de una explotación agrícola y ganadera. Salvadas las distancias, son los cortijos del norte de una clase social, la de los nobles del pueblo,  que se enriqueció y mimetizó algunos de los rasgos de la aristocracia en siglos pasados. No podían aspirar a tener un castillo, pero sí una mansión. En el siglo XX eran ya en su mayoría propiedad de la burguesía industrial.

Astrid Petzäll y su caballo blanco en Råda Säteri.

Astrid Petzäll y su caballo blanco (página web de Råda Säteri.)

 

 

De vuelta del paseo. Råda Säteri.Foto R.Puig.

De vuelta del paseo. Råda Säteri.Foto R.Puig.

Rincón de reposo. Råda Säteri.Foto R.Puig.

Rincón de reposo. Råda Säteri.Foto R.Puig.

La casita roja. Råda Säteri.Foto R.Puig.

La casita roja. Råda Säteri.Foto R.Puig.

La verdad es que esta casa del amo o del señor no responde a un solo tipo ni es sólo característico de Suecia y yo me estoy extendiendo demasiado.

Solamente pretendía glosar las fotos de nuestro paseo a través del bosque de una de estas casas, la herrgård de Råda Säteri (“domicilio del que manda”) cerca de Gotemburgo. De las paredes de madera de la mansión cuelgan recuerdos de visitantes ilustres, como una carta manuscrita de Albert Einstein a su anfitriona durante el viaje que efectúo por Suecia en 1923, tras la recepción del premio Nobel.

A la manera  de un hórreo. Råda Säteri.Foto R.Puig.

A la manera de un hórreo. Råda Säteri.Foto R.Puig.

Hay noticias y restos arqueológicos que retrotraen la historia de esta granja a la Baja Edad Media. La edificación actual es de la segunda mitad del siglo XVIII.

En el bosque. Råda Säteri.Foto R.Puig.

En el bosque. Råda Säteri.Foto R.Puig.

Råda Säteri.Plano de la zona protegida por Natura 2000

Råda Säteri.Plano de la zona protegida integrada en Natura 2000

Toda el área, alrededor del Rådasjön, es un parque natural protegido y forma parte de la Red Europea Natura 2000.

Atardece. Råda Säteri.Foto R.Puig.

Atardece. Råda Säteri.Foto R.Puig.

Los grabados franceses del siglo XIX, amarillentos y románticos, flanquean la escalera principal. Si no has reservado mesa en el restaurante de manteles blancos dentro de la mansión, o no quieres pagar tres veces más por sus detalles gastronómicos, te basta con entrar en su krog de uno de los edificios auxiliares y comer muy bien a la pata la llana en régimen de buffet a precio fijo.

Bahía del castillo de Gunnebo desde Råda Säteri.Foto R.Puig.

Bahía del castillo de Gunnebo desde Råda Säteri.Foto R.Puig.

El paseo junto al lago añade romanticismo y sensaciones otoñales a la jornada.

En los jardines de Trädgårdsförening

La Venus del jardin. Trädgårdforening. Foto R.Puig.

La Venus del jardín. Trädgårdsförening. Foto R.Puig.

Lo consideramos nuestro parque del barrio y es uno de los más hermosos de Gotemburgo a un tiro de piedra de casa.

Trepadores. Foto R.Puig.

Trepadores. Foto R.Puig.

l bronce se broncea. Foto R.Puig.

El bronce se broncea. Foto R.Puig.

El viejo del parque. Trädgårdforening.Foto R.Puig.

El viejo del parque. Trädgårdsforening. Foto R.Puig.

Hay espacios y una casa para los niños, tiene un gran pabellón botánico y los canales lo rodean por dos de sus costados

La torre presumida. Trädgårdforening.Foto R.Puig.

La torre presumida. Trädgårdsförening. Foto R.Puig.

La casa de los pajaritos. Trädgårdforening.Foto R.Puig.

La casa de los pajaritos. Trädgårdsförening. Foto R.Puig.

Reflejos.Trädgårdforening.Foto R.Puig.

Reflejos.Trädgårdsförening. Foto R.Puig.

Quedaba una hora de sol cuando nos dimos una vuelta por sus veredas para estirar las piernas.

Paseo vespertino en Trädgårdforening. Foto R.Puig.

Paseo vespertino en Trädgårdsförening. Foto R.Puig.

Con ojos infantiles

Y como por Navidad vienen dos de mis nietos, estoy explorando algunos museos que aún no había visitado. En el Universeum no entré por falta de tiempo, pero no me hizo falta recorrerlo para darme cuenta de que los niños tienen ahí un mundo de maravillas y descubrimientos.

Los niños llegan al Universeum. Gotemburgo. Foto R.Puig.

Los niños llegan al Universeum. Gotemburgo. Foto R.Puig.

Basta ver la procesión continua de padres y madres con carritos y niños de la mano, dirigiéndose a sus puertas en una mañana de martes. La noria del parque de atracciones de Liseberg se perfila detrás del diplodocus longus que parece moverse a su antojo por la explanada del museo.

El Diplodocus. Universeum. Gotemburgo. Foto R.Puig.

El Diplodocus. Universeum. Gotemburgo. Foto R.Puig.

No me quedaba tiempo para la visita, pero está claro que este lugar es adecuado para encandilar la imaginación y fomentar la creatividad de los pequeños.

Navegar en sueños

En cambio, sí que pude darme una vuelta por las salas del Museo de la Navegación (Sjöfarts Museet) y de su acuario, lugar muy frecuentado por grupos escolares y familias.

En el acuario. Sjöfarts Museet. Foto R.Puig.

En el acuario. Sjöfarts Museet. Foto R.Puig.

Los pequeños se pegan a las vitrinas del acuario para observar la fauna piscícola multicolor, tratar de descubrir la cabeza de la murena o la langosta en sus escondrijos o a los peces platiformes que se mimetizan en los fondos marinos.

Efectos en el cristal. Sjöfarts Museet. Foto R.Puig.

Efectos en el cristal. Sjöfarts Museet. Foto R.Puig.

Sjöfarts Museet. Jacob Hägg. Barcos de la nacion. Detalle.

Sjöfarts Museet. Jacob Hägg. Barcos de la nación. Detalle.

El museo fascina a los adolescentes con sus explicaciones de fabulosas rutas marinas, reproducciones de tamaño real del interior de los bajeles y todos los modelos inimaginables de barcos.

El ramillete de proa. Sjöfarts Museet. Foto R.Puig.

El ramillete de proa. Sjöfarts Museet. Foto R.Puig.

Pero es la sala en penumbra de los mascarones de proa la que más gente menuda atrae y fascina. Bueno, no sólo a ellos, pues yo no puedo evitar que estas rudas fisionomías me hipnoticen un poco.

Mascarones de proa.Sjöfarts Museet. Foto R.Puig.

Mascarones de proa. Sjöfarts Museet. Foto R.Puig.

Magia. Sjöfarts Museet. Foto R.Puig.

Magia. Sjöfarts Museet. Foto R.Puig.

Incluso hubo navieros que plantaron su efigie de jefe de oficina en la proa de sus naves.

El dueño en la proa. Sjöfarts Museet. Foto R.Puig.

El dueño en la proa. Sjöfarts Museet. Foto R.Puig.

En fin, que mi programa de Navidad se va llenando y si tuviéramos la suerte de que la ciudad se cubra de nieve, podríamos subir a tomar un smörgås en una de las cafeterías en lo alto de sus torres, para contemplar  Gotemburgo bajo un manto blanco.

Torres trillizas. Gotemburgo. Foto R.Puig.

Torres trillizas. Gotemburgo. Foto R.Puig.


Cuando atardece en la Almadraba

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Atardeceres. Foto R.Puig

Atardeceres. Foto R.Puig

Dedicado a mi amigo Pere

Atardeceres,

entorchados

de ópalos,

Opalos. Foto R.Puig

Ópalos. Foto R.Puig

que pasan como nubes,

de nimbos,

que flotan como plumas,

Plumas. Foto R.Puig

Plumas. Foto R.Puig

de aves,

que aletean como signos,

Signos. Foto R.Puig

Signos. Foto R.Puig

de espumas,

que mueren en la piedra

Espumas. Foto R.Puig

Espumas. Foto R.Puig

 ~~~~~~

Ensueños.Foto R.Puig

Ensueños.Foto R.Puig

Ensueños,

hechos

de recuerdos,

Recuerdos. Foto R.Puig

Recuerdos. Foto R.Puig

que pasan como olas,

de palabras,

que flotan como alas,

Alas. Foto R.Puig

Alas. Foto R.Puig

de músicas,

que vibran como flechas,

Musicas. Foto R.Puig

Músicas. Foto R.Puig

de olvidos,

que escapan con la tarde

Olvidos. Foto R.Puig

Olvidos. Foto R.Puig


De mis alrededores (I)

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Mis alrededores. Foto R.Puig

Mis alrededores. Foto R.Puig

Para Marie, a modo de bienvenida

Es sin duda el momento de pensar

que el hecho de estar vivo exige algo,

acaso heroicidades –¿o basta, simplemente,

alguna humilde cosa común

cuya corteza de materia terrestre

tratar entre los dedos, con un poco de fe?

Palabras, por ejemplo.

Palabras de familia gastadas tibiamente.

 

Jaime Gil de Biedma

 

(última estrofa del poema Arte poética que dedicó a Vicente Aleixandre en Compañeros de viaje, Barcelona, Joaquim Horta, 1959)

De estos días tan benignos de dulces grados celsius en Levante, cuando hoy el viento ha cambiado y anuncian que las lluvias que el campo necesita nos han de equiparar levemente a los paisanos del norte de España -por no hablar de los sufridos inundados de Inglaterra- recupero algunas humildes cosas comunes que, sin grandes pretensiones, acompaño de palabras.

Al hilo de la primera imagen, comienzo por un son que me devuelve a los guateques de mi lejana adolescencia en las Navas de Riofrío.

Lemon tree very pretty. Foto R.Puig

Lemon tree very pretty. Foto R.Puig

 

Lemon tree very pretty and the lemon flower is sweet

But the fruit of the poor lemon is impossible to eat.

Lemon tree very pretty and the lemon flower is sweet

But the fruit of the poor lemon is impossible to eat

Peter, Paul & Mary

http://www.youtube.com/watch?v=RGtx1gYOxYI#t=40

No lejos del limonero, por las calles cercanas, otro modesto árbol. ¿Se animará alguien a componerle una canción al mandarino?

Pentagrama. Foto R.Puig

Pentagrama. Foto R.Puig

Una pista: los mandarinos escriben sus notas en naranja menor sobre una melodía de amarillos en sol mayor

Mandarina. Foto R.Puig

Mandarina. Foto R.Puig

A poca distancia los arpegios de oro se trasforman en hilos de una alfombra mágica

Tapiz. Foto R.Puig

Tapiz. Foto R.Puig

Siguiendo con mi paseo, descubro una solitaria flor de jazmín que baila sobre un muro. Tiene cinco pétalos ¿me traerá suerte? o ¿será que siempre tienen cinco? ¡Me da lo mismo! ¡sentir su aroma en febrero no deja de ser una suerte!

Jazmin de cinco pétalos. Foto R.Puig

Jazmín de cinco pétalos. Foto R.Puig

La calidez de estos primeros meses del año ha despistado como siempre a los almendros

Serán almendras. Foto R.Puig

Serán almendras. Foto R.Puig

y a las palmeras les tocó el turno de la poda, aunque a esta no le ha hecho mucha gracia

Enfurruñamiento. Foto R.Puig

Enfurruñamiento. Foto R.Puig

¡Paciencia! Con el tiempo, tantos años de podas producen enigmáticas geometrías

Fractales. Foto R.Puig.

Fractales. Foto R.Puig.

Y las más afortunadas, al alcanzar su edad esbelta, saludarán con sus penachos, cuando se alce, a la luna

Conversacion. Foto R.Puig

Conversación. Foto R.Puig

Hay quienes no agitan ramos ni se doblegan ante nadie

Los intocables. Foto R.Puig

Los intocables. Foto R.Puig

Finalmente, ya que hemos empezado con música, acabemos con un capricho

Mimosa. Foto R.Puig

Mimosa. Foto R.Puig

 

 



Por mis alrededores (II)

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Playa de la Almadrava.Els Poblets. Febrero 2014.Foto R.Puig

Playa de la Almadraba.Els Poblets. Febrero 2014.Foto R.Puig

Sigo sin estar muy inspirado y puede que afectado de galbana, pero mi pequeña cámara de fotos no descansa.  Así que aún puedo compartir mis intrascendencias de estos últimos días en la playa

El río Girona enfilando hacia el mar. Foto R.Puig

El río Girona enfilando hacia el mar. Foto R.Puig

La siguiente imagen (cerca de la desembocadura del río Girona) me ha hecho pensar no en los pescadores que en ella aparecen, sino en aquel monólogo de una pescadora (¡ay! ¡seducida y pecadora!) escrito por un fraile mercedario a principios del siglo XVII.

De pesca. Foto R.Puig

De pesca. Foto R.Puig

Es decir, que seguramente me he insolado con este sol de invierno, pues de la playa de La Almadraba he vuelto a otra playa, aquella a la que arribó el primer don Juan Tenorio de la historia de la literatura, salvado del mar por Tirso de Molina (Fray Gabriel Téllez) en la comedia El burlador de Sevilla.

Resulta interesante que un fraile haya pasado a la historia como el inventor del mito del Don Juán. Pero aquí no escuchamos al Tenorio sino a una de sus conquistas, la, por el momento, despreocupada Tisbea, que se entretiene con la caña.

El texto, un tanto culterano, que el mercedario puso en boca de la pescadora, dice así:

….

Por la menuda arena,

unas veces aljófar

y átomos otras veces

del sol que así la adora,

oyendo de las aves

las quejas amorosas,

y los combates dulces

del agua entre las rocas;

ya con la sutil caña

que al débil peso dobla

del necio pececillo

que el mar salado azota;

o ya con la atarraya,

que en sus moradas hondas

prenden cuantos habitan

aposentos de conchas,

segura me entretengo,

que en libertad se goza

el alma que amor áspid

no le ofende ponzoña.

Tirso de Molina, del monólogo de Tisbea en la Jornada Primera de El burlador de Sevilla

Tisbea, a quien el áspid del amor aún no había mordido, no sospechaba lo que le esperaba a manos de aquel náufrago que llegaba a la orilla casi ahogado, escapando de las consecuencias de otros desmanes, pero dispuesto a seducir sin descanso a doncellas ingenuas.  No sé si será por eso por lo que son raras las mujeres pescadoras sobre nuestras playas.  Ya se sabe, de las aguas podría emerger algún mal bicho…

(Por cierto que el nombre de la pescadora Tisbea, pienso yo que está inspirado en las pías lecturas de Tirso de Molina en su convento, o sea, en la leyenda de los dos amantes Píramo y Tisbe, que narra Ovidio en Las metamorfosis o en la Fábula de Píramo y Tisbe de Góngora) 

Los efectos de la insolación y la siguiente foto me traen a la memoria ciertas estrofas de otro poeta, de quien Tirso de Molina (1584-1648) aprendió

Acaso vuelva a bogar. Foto R.Puig

Acaso vuelva a bogar. Foto R.Puig

¡Pobre barquilla mía,

entre peñascos rota,

sin velas desvelada

y entre las olas sola!

¿Tengo que decir quién escribió estos versos? ¡Seguro que no! En el colegio me la aprendí de memoria, pero no en clase de literatura sino en la de religión.

Otras cosas de esta orilla

Para los ojos de un niño. Foto R.Puig

Para los ojos de un niño. Foto R.Puig

Claro que al mencionar las velas, vienen también a cuento las cometas (otro símbolo del alma, en este caso de la inconstancia espiritual). La que aquí brinca sobre el horizonte es una que, aprovechando la calidez de la brisa  y ante mis ojos, controlaba con maestría el hijo de un amigo la otra tarde.

A veces, pareciera que hasta las palmeras quieren levantar el vuelo, atraídas por no sé qué embrujo del crepúsculo

La palmera y lo rosa. Foto R.Puig

La palmera y lo rosa. Foto R.Puig

Entretanto los viajeros de un lejano ferry se benefician del último sol de la tarde

Viajeros. Foto R.Puig

y los cantos rodados de la orilla han robado un poco de azul, no se sabe si al mar o al cielo

Azul. Foto R.Puig

Azul. Foto R.Puig

Recordando a Dalí en Denia

El otro día, la hora de comer me pilló en Denia. El bar Galache calmó mi gazuza con un buen menú casero a precio de crisis y me obsequió con la cordialidad del patrón y de sus camareros. Pero es que, además, me dio ocasión de celebrar a mi modo el veinticinco aniversario del fallecimiento de nuestro más famoso pintor catalán.

Me refiero a Salvador Dalí (1904-1989)

Un litro al menos. Foto R.Puig

Un litro al menos. Foto R.Puig

¿Qué hacía Dalí en el bar Galache de Denia mientras yo comía boquerones fritos?

Muy sencillo, en el muro que podríamos denominar “de las cervezas”, el ilustre artista de Figueres, como buen catalán, hacía publicidad de la cerveza San Miguel, empresa que como es sabido tiene su sede en Barcelona

En el bar Galache. Foto R.Puig

En el bar Galache. Foto R.Puig

Aparte de generar importantes dividendos turísticos para el Ampurdán, Dalí colaboraba, supongo que bien retribuido, con las postales navideñas para otras  empresas con sede en Barcelona, como Hoechst Iberica

Lo muestra bien el blog de la Dra.Rebecca Bender Ph.D, profesora de lengua y literatura españolas en el Grinnell College de Iowa :

http://rebeccambender.wordpress.com/2013/12/23/dali-christmas-cards/

y el blog de Dangerous Minds:

http://dangerousminds.net/comments/salvador_dalis_christmas_cards

Lo que no cabe duda es de que Dalí tuvo siempre el instinto comercial bien despierto. Que su genio pictórico sea nuestro favorito o no, desde el punto de vista de las ganancias, algo le deben en su tierra natal.

Postal navideña de Dali para Hoestrch Iberica

Postal navideña de Dalí para Hoestch Iberica. Del blog de Dangerous Minds.

Me pregunto por qué, la Generalidad de Cataluña es tan parca en celebrar a Dalí.

¿El ocaso de los marjales en Denia?

El Segaria desde La Marjal de Denia. Foto R.Puig

El Segaria desde “La Marjal de Denia”. Foto R.Puig

Y del ocaso oficial de Dalí  en Cataluña a otra decadencia.

No sé si estaré en lo cierto o no, pero hace unos días, al pasar por esa zona de la comarca dianense que denominan el marjal de Denia sentí que algo está yéndose a pique en lo que según la Wikipedia se define como

El marjal es una zona húmeda, generalmente cercana al mar, de gran riqueza tanto en fauna como en flora. Estas zonas húmedas a menudo son estaciones de paso en la migración de las aves entre el norte de Europa y África.

http://es.wikipedia.org/wiki/Marjal

Y, sin embargo, cuando busco algo en internet sobre los marjales de la Marina Alta, encuentro información sobre el marjal de Pego-Oliva (que describe literariamente Rafael Chirbes en su última novela “En la orilla”), pero nada sobre el de Denia.

Mi sensación es que no le queda mucho, al menos frente a los famosos PGOU y las construcciones que se derivan

Se están cayendo. A la vera del marjal de Denia. Foto R.Puig

Se están cayendo. A la vera del marjal de Denia. Foto R.Puig

Comparsas

De todos modos, para no acabar con tristezas, nos despediremos por hoy al son de la banda de la comparsa de los walis que ayer se entrenaba aprovechando ese sol que templaba las tarde del sábado en las calles de Denia.

La comparsa de Los walis de Denia. Foto R.Puig

La comparsa de “los walis” de Denia. Foto R.Puig

Comparsa de los walis. Denia. Foto R.Puig

Comparsa de “los walis”. Denia. Foto R.Puig

Esperemos que, ya que peinan canas, estos walis de Denia hagan honor, por su sabiduría y su autoridad moral, al significado original de la palabra árabe y guíen a sus paisanos por la senda de una honesta prosperidad.

 


El pintor de Crimea era un armenio: Hovhannès Aïvazovski

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Aïvazovski. Naufragio de un navio en la Guerra de Crimea.1855. Coleccion particular

Aïvazovski. Naufragio de un navío en la Guerra de Crimea.1855. Coleccion particular

De Groucho Marx se cita aquello de ”Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros”.

Me parece que sobre los conflictos territoriales se podría también decir ”Estas son mis identidades. Si no le gustan tengo otras”.

Pues bien, el trasiego identitario que se vive actualmente en Crimea me ha traído a la memoria a un pintor armenio y cosmopolita que fue vivo ejemplo de un mosaico de identidades. Se trata de Hovhannès Aïvazovski (1817-1900) más conocido como Ivan Aïvazovski. En él se reunían las identidades del armenio y del ruso, pues era hijo de una familia, los Aïvazian,  que había abandonando las tierras armenias, entonces bajo dominio otomano y, después de haber pasado por Polonia en el siglo XVIII, se había instalado en Théodosia, hoy Feodosia, en la Crimea rusa a principios del XIX.

Pero Théodosia no siempre fue territorio ruso; desde su fundación griega en el siglo VI a.C. estuvo bajo ocupación mongola, bizantina, genovesa, polaca, turca, rusa, soviética (con un breve interregno de ocupación alemana que los policías del SD-Eisatzgruppe aprovecharon para asesinar a miles de judíos), ucraniana y ahora, gracias a un plebiscito que también podría inspirar a los hermanos Marx, se ha despertado de nuevo en Rusia.

Aïvazovski. Puesta de sol en Feodosia. 1865.Galeria Nacional de Armenia.

Aïvazovski. Puesta de sol en Feodosia. 1865.Galería Nacional de Armenia.

La historia de esta ciudad de Crimea me lleva a pensar que tiene razón Timothy Garton Ash cuando hace pocos días recomendaba que

Empecemos por olvidarnos de las etiquetas “etnia ucrania” y “etnia rusa”. No quieren decir nada. Lo que existe es una mezcla fluida y compleja de identidades nacionales, lingüísticas, cívicas y políticas. Hay personas que se consideran rusas. Hay otras que viven sobre todo en ruso, pero también se consideran ucranias. Hay muchísimas familias de origen mixto, cuyos padres y abuelos recorrieron diversos lugares de la antigua Unión Soviética. La mayoría preferiría no tener que escoger

El País, 20 marzo 2014 “La pelea de Kiev acaba de empezar”

Por abundar en la cuestión de la lengua y la identidad, valga fijarse en  cómo se escribe Feodosia, la ciudad de Aïvazovski: en ucraniano es Феодо́сія y en ruso Феодо́сия. Así que es rocambolesco que por un cámbiame esa letra vengan unos soldados a dictarles a sus ciudadanos cuál ha de ser la identidad apropiada.

Aïvazovski. Vista de Crimea. 1865.Galeria Nacional de Armenia.

Aïvazovski. Vista de Crimea. Aïou-Dagh, 1865.Galería Nacional de Armenia.

Ivan Aïvazovski

Pero volvamos a nuestro artista. Cuando vino al mundo, la mayoría de los habitantes de su villa natal procedían de los repetidos exilios armenios, que el siglo XIX se transformarían en masacres y culminarían con el genocidio a manos de los turcos a principios del siglo XX.

Aïvazovski se identificó toda su vida con la cultura armenia, sin dejar de ser un cosmopolita. Valga decir que se compró un traje de torero en Madrid en 1843, se retrató vestido con él en Italia y, además, viajó, vivió y pintó también en Francia, en San Petersburgo, en el Caúcaso, en Constantinopla, los Estados Unidos y los Países Bajos. Es considerado el pintor de Crimea y una gloria del arte armenio, ruso, ucraniano y europeo de la época, artista romántico y admirador de Byron y de la lucha griega por la independencia, y convencido de las ideas democráticas de la revolución francesa.

Fue un artista ecléctico, especializado en el paisaje marino, que sumó a las influencias, entre otros,  de Claudio de Lorena y Joseph Vernet, clásica, y de los pintores holandeses del mar, probablemente absorbidas en la Academia de Bellas Artes de San Petersburgo y en sus estancias en Italia, Francia o en su paso por los Países Bajos, la pasión romántica y su admiración por los paisajes de al menos tres territorios patrios: Armenia, Crimea y Rusia. Estuvo incluso en Suecia, Portugal, Alemania, Austria, Polonia, Dinamarca y Egipto, donde fue invitado a la inauguración del canal de Suez en 1869 y pintó algunas vistas de las pirámides. Fue elogiado por Delacroix y por Hector Vernet (pintor y nieto de Joseph) y tiene obra en museos de Crimea, Armenia, Rusia, Francia, Italia y Estados Unidos.

Aïvazovski. En la tempestad. 1872.Galeria Nacional de Armenia.

Aïvazovski. En la tempestad. Detalle, 1872.Galería Nacional de Armenia.

Su tema dominante fue el mar y frente a la costa del Mar Negro nació y murió.

Pero no nos hagamos ilusiones, estos equilibrios abiertos y cosmopolitas no son mayoría. La triste costumbre es que las variadas identidades de los individuos y de las colectividades sean manipuladas y sirvan de pretexto para invasiones, anexiones y otros acontecimientos de índole parecida, cuando no para violencias y depuraciones étnicas.

De todos modos, la identificación de un pintor con el mar, símbolo de la circulación entre los pueblos, no debería ser nacionalizada.

No obstante, los últimos años de la vida de Hovhannès Aïvazovski estuvieron cada vez más dedicados a su nación sin tierra e invadidos por la angustia de recibir noticias de las masacres de armenios en Turquía, y sus marinas se cargan de visiones de tempestad y cielos amenazadores.

Su último lienzo, comenzado poco antes de morir e inacabado, es significativo, representa la violenta deflagración de un navío en una noche oscura.

Aïvazovski. Explosion de un navio.Lienzo inacabado.1900. Museo Aïvazoski. Crimea.

Aïvazovski. Explosión de un navio. Lienzo inacabado,1900. Museo Aïvazoski, Feodosia, Crimea.

(Me he basado en el libro de Chahen Khatchatourian y Marjolaine Mourto, Aïvazovski (1817-1900) la poésie de la mer, Musée National de la Marine y Thalia Edition, Paris 20o7, publicado con ocasión del Año de Armenia en Francia y de la exposición de los cuadros del pintor en el citado museo)


Carpe solem

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Carpe solem. Foto R.Puig

Carpe solem. Foto R.Puig

 

Esta noche hemos adelantado la hora. Cuando apenas la primavera asoma tímidamente y las fachadas de la ciudad reflejan la luz desde temprano y hasta un poco más tarde, somos optimistas, ya hemos de poner los relojes en horario de verano.

A las diez de la mañana, en mi barrio, una vecina se había ya arrellanado en su balcón para aprovechar el mínimo fotón y aumentar sus niveles de vitamina D.

Fauna 

Sobre las aguas del puerto, cuando voy y vuelvo con el  älvsnabben, las veo.

Ahora que el sol de la primavera las recorta sobre el cielo se me antojan jirafas, escapadas de algún oasis, que han venido a montar la guardia tras los diques gigantes donde se reparan los barcos.

Jirafas en Gotemburgo. Foto R.Puig

Jirafas en Gotemburgo. Foto R.Puig

 

Guardacostas en dique seco. Foto R.Puig

Guardacostas en dique seco. Foto R.Puig

 

Luz frágil

En las costas del levante español la luz y el calor del sol se dan por descontados. Nadie se sorprende de que puedan pasar semanas sin que falten. La lluvia, el frío y los nubarrones son la anomalía.

En cambio, por estas tierras escandinavas, en cuanto los breves días y semanas de sol y luz comienzan, sientes que estos dones frágiles no están garantizados. Todo el mundo se apresura en absorberlos. De las azoteas llega un olor a barbacoa y las terrazas de los cafés se llenan de clientes.

Rojos.Foto R.Puig

Rojos.Foto R.Puig

En Suecia el “carpe diem quam minimum credula postero” se transforma en “carpe solem”.

Es como si Horacio, desde el cielo de los poetas, nos dijera: “haz acopio del sol, no creas que mañana será igual”.

Sol de tarde. Foto R.Puig

Sol de tarde. Foto R.Puig

En las cosmogonías nórdicas se cuenta que los primeros dioses habitaban en el Midgard, la tierra de en medio. Era una morada a medio camino entre el Niflheim, el país del hielo y del silencio y de la niebla, y el Muspelheim, el mundo del fuego y del sol de mediodía.  Los dioses arrancaron centellas  de ese mundo ígneo para crear el sol. Así consiguieron que el Midgard pudiese acoger a los seres humanos.

Pues bien, en estas tierras, vecinas de los fríos boreales,  el sol ya despierta flores

Ya están aquí. Foto R.Puig

Ya están aquí. Foto R.Puig

sus reflejos incendian las fachadas al atardecer

Atardecer con brotes. Foto R.Puig

Atardecer con brotes. Foto R.Puig

y acarician las aguas

Travesía vespertina. Foto R.Puig

Travesía vespertina. Foto R.Puig

Sus rayos afables templan el ladrillo y la piedra

Un poco de luz todavía. Foto R.Puig

Un poco de luz todavía. Foto R.Puig

bañan las casas de Slottsberget

Mirando al mediodia. Foto R.Puig

Mirando al mediodia. Foto R.Puig

animan a los patos a flirtear

Y si nos bañamos... Foto R.Puig

Y si nos bañamos… Foto R.Puig

y facilitan el condumio a las avecillas de largo pico (¡ayuda! ¿hay algún ornitólogo por ahí?)

Buscando la lombriz. Foto R.Puig

Buscando la lombriz. Foto R.Puig

los bancos ya no son tan fríos y esperan las posaderas de los paseantes

Timida calidez en el Midgard. Foto R.Puig

Timida calidez en el Midgard. Foto R.Puig

las vitrinas nos invitan a cambiar de vestuario

Viva, ya es primavera. Foto R.Puig

Viva, ya es primavera. Foto R.Puig

y los manifestantes ya desfilan sin paraguas

Contra el racismo y por el derecho de asilo. Foto R.Puig

Contra el racismo y por el derecho de asilo. Foto R.Puig

Cuando termina mi jornada y el sol retorna a su mundo de fuego, yo aguardo que mi “tranvía” acoste

Ya llega el tranvía. Foto R.Puig

Ya llega el tranvía. Foto R.Puig

En el embarcadero siento la fragilidad del instante.  Nada ha de darse por descontado. El calor, la luz, los colores, el tacto del sol sobre la piel son para disfrutarse ahora y aquí, pues mañana será otro día y Apolo podría retirarse al mundo de la niebla

Embarcadero. Foto R.Puig

Embarcadero. Foto R.Puig


Tres días de mayo en Gotland (II): En el norte de la isla, paseo por Fårö y visita al cementerio marino de Ingmar Bergman

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Por el norte de Gotland. Foto R.Puig

Por el norte de Gotland. Foto R.Puig

La parte norte de Gotland es menos feraz pues está constituida por una enorme plataforma de sedimentos calizos del Silúrico, separados en tiempos geológicos de la parte sur por un brazo de mar, sin que por ello carezca de una actividad agrícola que se alterna con parajes de bosque y de monte bajo y extensos pedregales y una soberbia costa de roquedales fósiles y de reservas de aves migratorias.

Costa de aves.  Foto R.Puig

Costa de aves. Foto R.Puig

 

La mayor empresa cementera de los países escandinavos

No todo es paisaje, pues gracias a su geología, Gotland cuenta con una inmensa mina a cielo abierto, que provee la materia prima para la producción de cemento. En Slite se halla la empresa Cementa que garantiza puestos de trabajo e ingresos para el desarrollo de Gotland. Exporta a otros continentes, entre ellos Norteamérica.

Slite.Foto R.Puig

La empresa Cementa en Slite.Foto R.Puig

La presión del movimiento ecologista empujó hace unos años a la creación de unos laboratorios de investigación en un centro de la empresa que cuenta con un equipo de profesionales químicos y de otras disciplinas, para garantizar que se puedan explotar los recursos calizos y se pueda producir el cemento respetando el medio ambiente mediante procesos industriales alternativos.

Claro que para no ser menos, el norte de Gotland está también sembrado de iglesias

Iglesia cerca de Slite. Foto R.Puig

Iglesia cerca de Slite. Foto R.Puig

e, igualmente, jalonado de piedras miliares,

Piedra miliar. Gotland. Foto R.Puig

Piedra miliar. Gotland. Foto R.Puig

sin que tampoco falte algún que otro molino centenario

Molino. Gotland.Foto R.Puig

Molino. Gotland.Foto R.Puig

 

 

La isla de Fårö

Fårö (pronunciado fore) es el fascinante apéndice del norte de Gotland.

Costa noroeste de Gotland. Foto R.Puig.

Costa noroeste de Gotland. Fårö.  Foto R.Puig.

 

La isla fue base militar durante décadas. Cuando estuve por primera vez hace veintiocho años, necesité como extranjero un pase especial. Hoy es de acceso libre para los miles de turistas que la visitan en verano, aunque el cupo diario es limitado y controlado por el tráfico del pequeño ferry que te transporta a ella en pocos minutos desde su isla madre.

Por desgracia, la población local disminuye año tras año y ya se debe contentar con una sola galería de alimentación.

De pelicula. Gotland. Foto R.Puig

De pelicula. Gotland. Fårö.Foto R.Puig

 

La Fundación y el Centro Bergman

Tras bordear la costa pedregosa y sus espectaculares formaciones pétreas, el momento álgido de nuestra visita a Fårö fue la visita al Bergmancenter.

Proyector AGA utilizado por Ingmar Bergman. Bergmancenter. Foto R.Puig

Proyector AGA utilizado por Ingmar Bergman. Bergmancenter. Foto R.Puig

 

El mítico proyector AGA de los años Bergman. Centro Bergman en Gotland.

El legendario proyector AGA de los años Bergman. Centro Bergman en Gotland.

 

Durante el almuerzo escuchamos las explicaciones de sus directivos sobre la historia del proyecto y sus desarrollos actuales, y visitamos el museo con su sala de proyecciones multimedia y distintos paneles y pantallas muy completos.

Sala de visionado. Bergman Center. Foto R.Puig

Sala de visionado multimedia. Bergman Center. Foto R.Puig

Quien quiera estudiar la obra del cineasta puede acceder también a un fondo de documentación y a la filmografía de Ingmar Bergman (1918-2007)

Interior de Fanny y Alexander. Bergmancenter. Fårö. Foto R.Puig

Interior de Fanny y Alexander. Bergmancenter. Fårö. Foto R.Puig

Los ambientes y el atrezzo de Fanny y Alexander (1982), el film que evoca la infancia de su autor, se conservan también, incluida la linterna mágica que le regalaron a su hermano mayor y que el logró canjearle por soldaditos de plomo, así como el teatrín donde con precoz imaginación comenzó a dirigir actores de juguete.

El teatrito de Fanny y Alexander. Bergman Center. Foto R.Puig

El teatrito de Fanny y Alexander. Bergmancenter. Foto R.Puig

Es también un lugar donde vienen a residir becarios de la Fundación a investigar sobre uno de los mejores cineastas del siglo XX. Hay además una muy buena serie de elementos expositivos dedicados a Fårö y a la relación de Bergman con sus vecinos a lo largo de las últimas décadas de su vida. Entre otras cosas, te informan sobre el Bergman mecenas de la restauración y conservación de edificios y antiguas granjas en Fårö (¿remordimiento por las que quemó para filmar Vergüenza?).

Recientemente, el conocido millonario noruego Hans Gudessen, a petición de la escritora y actriz Linn Ullmann (Oslo 1966), la hija de Liv Ullman y de Ingmar Bergman, ha comprado la casa que el realizador construyó pensando en vivir con Liv para siempre y que siguió habitando hasta su muerte. La ha donado a la Fundación. Se ha salvado así de convertirse en un camping.

Costa de los raukar de Fårö.   Foto R.Puig

Costa de los raukar de Fårö. Foto R.Puig

Ingmar Bergman realizó cuatro films en los que el paisaje de la isla de Fårö es un importante protagonista.

En Como en un espejo (Såsom i en spegel) (1960) la luz de la severa playa de la isla contrasta con las oscuridades que acechan la vida interior de Karin, la protagonista.

Como relata en sus memorias, fue la búsqueda de las localizaciones adecuadas para el rodaje de esa película lo que condujo a Bergman a descubrir Fårö,

 

El taxi nos llevó finalmente a los “raukar”, las singulares formaciones rocosas del norte de la isla. Allí estuvimos inclinados contra la tempestad, con los ojos clavados hasta las lágrimas en esos misteriosos ídolos que levantaban sus pesadas frentes hacia las olas y el horizonte que iba oscureciéndose.

En realidad  no sé qué pasó. Si uno quisiera ponerse solemne se podría decir que había encontrado mi paisaje, mi verdadera casa. Si se quiere ser divertido se puede hablar de flechazo

en tu profesión buscas simplificación, proporción, tensión, respiración. El paisaje de Fårö te proporciona todo eso en gran medida.”

(Ingmar Bergman, Linterna mágica. Memorias, Barcelona, Tusquets Editores 1988, traducción de Marina Torres y Francisco Uriz, pp.221-222)

 

Costa de los raukar en Fårö. Foto R.Puig

Costa de los raukar en Fårö. Foto R.Puig

Bergman explica además que su pasión por Liv Ullmann, veinte años más joven, le llevó a construir, durante las filmaciones de sus siguientes películas en la isla, entre 1966 y 1967, la casa a la que se retiró a vivir con ella, pensando que sería para toda la vida. Ella no pudo resistir la vida de enclaustramiento, de celos y de presión psicológica en que aquel idilio al final se transformó. Aunque, más tarde volverían a trabajar juntos en otros films.

En Persona (1966), la playa de piedras se convierte en un tercer protagonista que lleva a su clímax la dramática relación entre Alma y Elisabet.

En la orilla. Norte de Gotland.  Foto R.Puig

En la orilla. Norte de Gotland. Foto R.Puig

En Vergüenza (Skammen) (1968) toda luz desaparece en un región en guerra, el entorno es terrorífico y la relación entre Jan y Eva se agrieta de la misma manera que lo hace el paisaje que les rodea. Las escenas de incendios son reales, un especialista, que había sido experto del ejército sueco, las creó quemando granjas abandonadas con napalm. Era precisamente el tiempo de la guerra de Vietnam.

En Fårö se filmaron también Pasión (En passion) (1969) , donde alguien deambula por una especie de reino de muerte, y Escenas de un matrimonio (Scener ur äktenskap) (1973), una larguísima obra (se produjo como serie televisiva), cuya filmación, sumados ensayos y rodaje, duró sólo diez días, con la interpretación inolvidable y despiadada de Erland Josephson y Liv Ullmann.

En la costa de los raukar de Fårö.. Foto R.Puig

En la costa de los raukar de Fårö.. Foto R.Puig

Además, en 1970, realizó un documental sobre la vida de las gentes de Fårö. El Fårödokumenten es una declaración de amor a esa tierra y su mar y de afecto a sus vecinos, a quienes entrevista ante las cámaras y que le explican sus aspiraciones y problemas.

Para retirarse del mundo. Foto R.Puig

Para retirarse del mundo. Foto R.Puig

Tanta fue su identificación con este rincón del Báltico que, cuando aquel hombre elige el lugar de su sepultura, no solo opta por Fårö, sino que decide que los restos de Ingrid (1930-1995), con quien se casó en 1971 y que fue la última de las cinco mujeres con las que estuvo casado (sin contar aquellas con las que convivió), sean inhumados junto a él.

 

Iglesia y cementerio de Fårö. Foto R.Puig

Iglesia y cementerio de Fårö. Foto R.Puig

El cementerio marino de Ingmar Bergman

A alguien le podría parecer desproporcionado este paralelismo con el famoso poema de Paul Valéry que canta al cementerio en el que reposan sus restos en Séte y del que hemos tratado en este blog : http://ensondeluz.com/2011/09/18/cementerio-marino-de-sete/

Pero no creo que a Valéry le hubiese disgustado mi aproximación entre él y este otro poeta, el del cine, con cuyos films crecí y me inicié al estudio del séptimo arte a través de los cineforums y cursillos de análisis cinematográfico de los años sesenta.

No en vano, Ingmar Bergman comenzó su carrera de cineasta, inseparable de la del hombre del Teatro, en los años cuarenta, reflejando en sus primeras películas no pocas afinidades con la poesía cinematográfica del Marcel Carné de Le jour se lêve, al tiempo que bebiendo de la tradición estética del sueco Sternberg.

Claro que lo que  luego desarrollaría en los cincuenta y los sesenta, ese era ya su propio universo, su sello personal inigualable.

Pero me estoy desviando del lugar del que ahora hablo. Se trata del cementerio del jardín de la iglesia de Fårö enfrentado con el mar.

Allí, en una esquina sombreada desde la que se divisan las aguas del Báltico, está enterrado. En un espacio reservado para él por la mujer sacerdote que regía la parroquia de Fårö en 2007, la pastora de la Iglesia sueca, amiga suya y con la que colaboró en mejorar la isla, descansa Bergman, sin cruz ni símbolos de creencia.

Vista del mar desde la tumba de Ingmar Bergman. Foto R.Puig

Vista del mar desde la tumba de Ingmar Bergman. Foto R.Puig

Su nombre está inscrito, junto al de su mujer, sobre una piedra torneada y alisada por el mar Báltico. Sobre estas tumbas no vuelan las palomas de Séte sino las gaviotas y los albatros de las costas escandinavas.

Sepultura de Ingmar Bergman y su mujer Ingrid. Foto R.Puig

Sepultura de Ingmar Bergman y su mujer Ingrid. Foto R.Puig

Pero me permito imaginar que alguno de los cormoranes que en verano visitan las reservas de aves de Fårö ha cumplido su migración anual desde el invierno en el mare nostrum, donde les he visto zambullirse, en enero y febrero, en las suaves aguas del Mediterráneo.

 

Ingmar Bergman. Foto Reuters. Daily Mail

Ingmar Bergman. Foto Reuters. Daily Mail

 

Manejo un instrumento tan refinado que podríamos con él esclarecer el alma humana con una luz infinitamente más viva, desvelarla con mayor brutalidad aún e incorporar a nuestro conocimiento nuevos campos de la realidad. Puede que incluso lleguemos a descubrir una fisura que nos permita penetrar en el claroscuro de la surrealidad y narrar de un modo nuevo y transformador

Ingmar Bergman, Qu’est-ce que faire des films?, Cahiers de Cinéma, n° 61 (juillet 1956) Citado por Jacques Siclier en su monografía sobre Ingmar Bergman, Colección Classiques du Cinéma, Paris, Éditions Universitaires, 1966. (la traducción es mía)


Camino de Suecia (y V): la casa museo de Emil Nolde en Seebüll

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Emil Nolde. Juncos. Acuarela.  China 1913

Emil Nolde. Juncos. Acuarela. China 1913.

Dejo Beauraing a las once de la mañana y pian piano llego al camping de Lübeck  poco antes de las nueve de la noche, hora de cierre de la recepción.  La mayor parte de la ruta transcurre por las autopistas alemanas, en particular por la A2. A día siguiente dejo Lübeck temprano.  Ya he visitado Lübeck en el viaje de bajada, así que ni siquiera atravieso el centro de la ciudad. El objetivo es llegar al ferry de las ocho de la tarde, que me habrá de llevar de Fredrikshavn a Gotemburgo.

La Fundación Ada y Emil Nolde

Guiado por un cálculo optimista decido desviarme hacia Seebüll, muy cerca de las orillas del Mar del Norte en Alemania, ya dentro de la península de Jutlandia y a un paso de la frontera danesa.  Cumplo así el viejo propósito de ir  a ver las obras de Emil Nolde (1867-1956) que se guardan en la casa en la que vivió de forma permanente desde 1940 hasta su muerte en 1956. La propiedad del anciano artista pasó a la fundación que lleva su nombre y el de su primera mujer,  Ada Vilstrup, que compartió casi toda su vida. Ella falleció diez años antes que él, en 1946, el mismo año en que el pintor definió en su testamento las líneas maestras del proyecto, en el que tuvo una parte importante Jolanthe Erdmann, la joven con la que se casó en 1948.

La casa museo de Emil Nolde. Foto R.Puig

La casa museo de Emil Nolde. Foto R.Puig

Ciertamente no seré yo quien descubra a los lectores de mi blog el cúmulo de información disponible en internet sobre la vida y la obra de Nolde.  Se ha discutido mucho sobre su abundante producción artística. Lo mío son las impresiones que su casa museo han suscitado en un viejo aficionado al expresionismo alemán.  Mi breve visita me ha recordado también una exposición en Madrid en la Fundación Juan March en el otoño de 1997, “Emil Nolde. Naturaleza y Religión”, que me sirvió de introducción a un artista autodidacta y prolífico que se resistió siempre a las clasificaciones.

Esa doble dominante de su obra, la bíblica y la paisajística, es bien patente en la exposición, así como sus retratos, en especial las acuarelas de rostros de mujer, y una selección de los cerca de 1300 bocetos de su etapa de reclusión en Seebüll, en esta misma casa, cuando clandestinamente desobedecía a la prohibición de pintar que le había impuesto el régimen nazi.

Es bien sabido que en la muestra “Arte degenerado”, promovida por Hitler y sus corifeos, el artista más vilipendiado y representado (con 48 cuadros de los 1.052 confiscados en museos y galerías) fue Emil Nolde.

La casa museo de Emil Nolde desde el jardín. Foto R.Puig

La casa museo de Emil Nolde desde el jardín. Foto R.Puig

Para encontrar este rincón, al que difícilmente habría llegado sin el GPS, hay que adentrarse en una comarca de viejas marismas transformadas en campos de cultivo, circulando por carreteras vecinales

El pintor era hijo de campesinos de la región y cumplió el deseo de volver a vivir y pintar en  sus tierras de origen. Su formación profesional fue la de un ebanista, que, después de pasar por la talla de muebles y el dibujo ornamental, dio el salto a la pintura y el grabado. En la época en que se produce ese cambio y se casa con Ada Vilstrup (estudiante danesa de arte dramático) cambia su apellido de Hansen por el de Nolde, el nombre de su pueblo natal.

Casa museo de Emil Nolde. El jardín. Foto R.Puig

Casa museo de Emil Nolde. El jardín. Foto R.Puig

Es conocida su colaboración fugaz con los pintores de “Die Brücke” (El puente), su fuerte impregnación del romanticismo decimonónico de su país, su vinculación afectiva con las raíces medievales del arte alemán, común a varios pintores y escultores de su tiempo, su misticismo y religiosidad vagamente panteístas, así como su interés por la imaginería de Asia y Oceanía, que cuadraba bien con su forma libre y su manera autodidacta.

Aunque siempre fue reacio a las teorías estéticas ajenas, Emil Nolde teorizó sobre su propia obra, espoleado en parte por las críticas que suscitaba la “tosquedad de su técnica”.  Todavía hoy es difícil enfrentarse a sus cuadros, sobre todo a los “cuadros religiosos”, con un espíritu crítico neutral, debido a la polémica que siempre les ha rodeado.  Pero también es complicado ser imparcial y crítico con la obra de Nolde a causa del aura de resistente y de campeón de la libertad artística que la persecución nazi paradójicamente le brindó.

Sensaciones en la Fundación Nolde

Dejo para el final mi pequeño ramillete de obras de Nolde de entre aquellas que prefiero. Antes quiero recoger aquí mi impresión sobre la distribución expositiva de la fundación de Seebüll y sobre las decisiones que guían la presentación de la obra del artista.

Al parecer, la agrupación de 33 óleos de dimensiones considerables (en sus uniformes marcos originales) en dos apretadas filas superpuestas en un solo salón (el espacio más grande la casa taller), respeta el hecho de que era así como los guardaba bajo llave y los quería contemplar y enseñar el pintor en sus años de reclusión y de retiro. Por lo que esa apelotonada disposición expositiva (que malamente ayuda a admirar las obras) respondería a sus últimas voluntades.

Si es así, hay que resignarse a ello, pero siento que no casa bien con la generosidad espacial y arquitectónica del edificio denominado Forum (pasaje obligado para emprender el recorrido hacia el jardín y la casa museo) que alberga la recepción y venta de billetes y de las publicaciones y objetos  de una la extensa boutique, la sala de proyecciones, la galería informativa y el restaurante. Un tercer edificio está dedicado a las oficinas de la Fundación.

El hostal de Seebüll Hof o granja de Hülltoft. Foto R.Puig

El hostal de Seebüll Hof o granja de Hülltoft. Foto R.Puig

No lejos del aparcamiento, está la granja de Hülltoft, en la que vivió el pintor durante la construcción de su casa y que, a juzgar por las acuarelas en las que aparece, ha conservado su aspecto de entonces.

Emil Nolde. La granja de Hültoof en invierno.  Acuarela.

Emil Nolde. La granja de Hültoof en invierno. Acuarela.

Hoy es una casa de huéspedes para los visitantes.

Emil Nolde.Verano tardío. Granja de Seebüll.  Acuarela.

Emil Nolde.Verano tardío. Granja de Seebüll. Acuarela.

Seebüll un destino de peregrinaje y de veneración de la figura y la obra de Emil Nolde. Como tal paga tributo a los espacios comerciales. No obstante, las obras de mayor formato se podrían presentar más generosamente, dándoles el aire que están reclamando. Ello ayudaría al visitante a contemplarlas,  estudiarlas, y disfrutarlas mejor. Se entiende que el anciano Nolde quisiera tenerlas así y, en el espacio reducido de su casa, no tuviese otra alternativa, pero hoy en día la denominada “Billedsalen” se asemeja a un salón de subastas o a un gabinete de coleccionista barroco.

Contrasta con ello el “atelieret” del artista donde se exhiben sus escenas evangélicas, cuya sinceridad religiosa es patente pero cuya calidad (materiales, color, factura) es discutible o, al menos inferior a los mejores cuadros de su obra profana.  En ese semisótano, donde Nolde pintaba,  esa serie dedicada a la vida de Cristo se presenta, como si de una capilla se tratase, estructurada en retablo.  El artista concibió esas escenas con la idea de que fuesen acogidas en una iglesia, pero fueron rechazadas repetidamente.

Eché en falta uno de los mejores óleos religiosos de Nolde, el “Jesús y los escribas” (1951), obra de su vejez, quizás prestada a la exposición que este verano le ha dedicado el Museo Luisiana de Dinamarca.

Jesús entre los doctores. Emil Nolde. Óleo. 1951

Jesús entre los doctores. Emil Nolde. Óleo. 1951

En todo caso, el jardín sigue también como el pintor lo diseñó y en los alrededores siguen pastando las vacas.

Una vaca cerca de la Fundación Nolde. Foto R.Puig

Una vaca cerca de la Fundación Nolde. Foto R.Puig

Pequeña selección personal

El agitado mar del Norte es uno de los temas preferidos y mejor logrados de Emil Nolde

Mar tormentoso. Emil Nolde.

Mar tormentoso. Emil Nolde.

Así como los cielos abrasados del atardecer

Atardecer. Emil Nolde. Óleo.Detalle.

Atardecer. Emil Nolde. Óleo.Detalle.

Las acuarelas de su largo viaje al Oriente en 1913/14

Emil Nolde. Junco. Acuarela. China 1913

Emil Nolde. Junco. Acuarela. China 1913

los juncos de los osados marineros y pescadores asiáticos

Emil Nolde. Palmen am Ufer. Acuarela. 1913 1914

Emil Nolde. Palmen am Ufer. Acuarela. 1913 1914

palmeras sobre mares paradisíacos y rostros de un mundo inocente.

Emil Nolde.Joven Buka.  Acuarela. 1913 1914

Emil Nolde. Joven Buka. Acuarela. 1913 1914

Más de treinta años después, son otros los rostros

Dos personas. Óleo. Detalle.  1945. Emil Nolde.

Dos personas. Óleo. Detalle. 1945. Emil Nolde.

entre los cuales admiro su maestría a la acuarela en el retrato de aquellas mujeres que conoció o que jugaron un papel importante en su vida, como este de la joven Jolanthe, su segunda mujer, quien se encargó junto con Joachmim von Lepel,  designado primer director por el artista, de organizar la Fundación Ada y Emil Nolde de Seebüll, para preservar y dar a conocer su obra.

Emil Nolde. Jolanthe Nolde. Acuarela. 1950

Emil Nolde. Jolanthe Nolde. Acuarela. 1950

Pienso que Emil Nolte fue tallando su propia vida como un experto ebanista que no sólo mide y construye sus creaciones, sino también su propia historia, contra viento y marea y reivindicándose frente a quienes quisieron eliminarle de la Historia.

 …

Llegando a Gotemburgo

Al salir de Seebüll miro la hora. No tengo más remedio que acelerar la marcha tras dejar las rutas vecinales  que atraviesan la frontera alemana por los campos del sur de Jutlandia, bañados en la luminosidad de una tarde perfecta que ya empieza a ser escandinava.

No me gustaría perder el ferry de las ocho de la tarde que, desde Fredrikshavn, me va a permitir desembarcar en Gotemburgo antes de la medianoche.  Justo, justo, paso por la garita de los billetes media hora antes de la salida.

En el ferry. Foto R.Puig

En el ferry. Foto R.Puig

En las cubiertas del Stena Danica hay, según se mire, un ambiente tanto de final como de comienzo de vacaciones:  hay viajeros alemanes de subida hacia sus destinos campestres en Suecia o Noruega, y suecos y noruegos de vuelta de sus baños de sol y mar en el continente.  Son estos los que más se explayan, cerveza en mano en el bar del puente superior de la nave, donde devoro un canapé de gambas y una hamburguesa doble,  preparados y servidos por empleadas filipinas.

En el ferry.   Foto R.Puig

En el ferry. Foto R.Puig

Un puente más arriba,  sobre uno de los bancos en los que se almacenan los chalecos salvavidas, disfruto de la puesta de sol y de una tardía siesta al aire libre.

Desde el ferry. Foto R.Puig

Desde el ferry. Foto R.Puig

La entrada en la bocana de la ría de Gotemburgo y el paso bajo el Älvsborgsbron (el puente que lleva el nombre de la fortaleza que defendía Gotemburgo en el pasado) la disfruto desde las barandillas exteriores de la nave.

Desde el ferry. Entrada en Gotemburgo.  Foto R.Puig

Desde el ferry. Entrada en Gotemburgo. Foto R.Puig

Las estructuras de acero del puente y la enorme grúa de los antiguos astilleros emergen entre las luces de la noche

Desde el ferry. Entrada en Gotemburgo.  Foto R.Puig

Desde el ferry. Entrada en Gotemburgo. Foto R.Puig

Al fondo, refulgente, la ciudad es una línea de luciérnagas multicolores

La noche de la ría.  Acrílico y óleo sobre tela. R. Puig 2014

La noche de la ría. Acrílico y óleo sobre tela. R. Puig 2014


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